Desde la desactivación del cartel de 'Los Mellizos' Daniel Rendón Herrera es el mayor poder criminal del noroccidente del país y uno de los principales responsables del narcotráfico en toda Colombia.
Como su hermano, el desmovilizado jefe 'para' Freddy Rendón, 'el Alemán', es considerado como uno de los miembros de la 'Casa Castaño': es decir, de los fundadores de los grupos paramilitares en el país. De hecho, nació hace 45 años en Amalfi, el mismo pueblo de Carlos y Vicente Castaño.
Aunque siempre estuvo con el Bloque Centauros, se desmovilizó con los Auc del bloque Élmer Cárdenas, que eran los de su hermano en el Chocó.
A los Llanos Orientales había llegado a finales de los 90 y fue uno de los protagonistas de la guerra entre 'paras', que enfrentó a las autodefensas de Martín Llanos y las Auc.
Sin embargo, en el 2006, cuando el Gobierno ordenó la reclusión de los jefes desmovilizados en La Ceja, fue uno de los que huyeron.
En ese momento, quedó claro algo que ya era 'vox pópuli' en varias zonas del país: que 'don Mario' seguía en el narcotráfico, a pesar de la desmovilización.
Reclutó a varios de los antiguos ex 'Élmer Cárdenas' y reorganizó las redes de narcos en toda la región del Urabá. Intentó incluso desplazar a 'don Berna' de sus zonas de influencia en Córdoba y por eso su banda entró en una disputa a muerte con 'Los Paisas', una de las muchas caras criminales de la famosa 'Oficina de Enviagado'.
En el último año, las calles de las comunas de Medellín también habían sentido esa guerra. 'Don Mario', según organismos de inteligencia, literalmente compró 'combos' (pandillas) en varios barrios y llevó fusiles a las barriadas.
Pero no solo se movía en círculos delincuenciales. Su poder de infiltración está documentado en decenas de procesos contra miembros de la Policía -que tenía su captura como un punto de honor¿y del Ejército. Pero el caso más sonado que tiene que ver con su banda es sin duda el del ex jefe de fiscales de Medellín, Guillermo León Valencia Cossio, quien está detenido y siendo juzgado por la Corte Suprema. Lo acusan de haber usado su poder y sus influencias en favor de la banda de 'Mario'.
Rendónes es reconocido por su gusto refinado. Usaba relojes Cartier y colonias de marca, maneja prostíbulos, préstamos gota a gota.
Rendón quedó al mando de los espacios que antes ocupaban los desmovilizados y extraditados a Estados Unidos Salvatore Mancuso, Diego Fernando Murillo Bejarano, 'Don Berna' y Ramiro Vanoy Murillo, alias 'Cuco'.
Su presencia en Antioquia (incluida Medellín), Córdoba, Chocó y Meta estuvo acompañada por el asesinato selectivo de gente al servicio de esos tres ex paramilitares que 'comulgaron' con el asesinato de Carlos, el miembro de la casa Castaño más cercano a 'Don Mario'.
Manejaba un aparato militar que llegó a contar con más de 500 hombres, pero recientemente la Policía le había propinado varios golpes, con la captura de varios de sus lugartenientes y el decomiso de varias caletas con armas.
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lunes, 17 de agosto de 2009
Capturado alias 'Douglas', uno de los jefes de la temida 'Oficina de Envigado', por la Dijín
Su verdadero nombre es Leonardo Muñoz y es uno de los poderes criminales que están en una guerra interna en Medellín y que también venían combatiendo con las bandas de 'Don Mario'.
'Douglas' es uno de los capos que el presidente Álvaro Uribe había ordenado capturar. El narco fue sorprendido al finalizar la tarde de ayer en un apartamento del edificio Panorama del Campestre, en el exclusivo sector de Altos del Poblado, en el sur de Medellín.
Junto con él fueron capturadas otras cinco personas, una de ellas, Óscar Fernando Salazar, alias 'Compa', quien le sucedía en el mando a 'Douglas'. Los otros cuatro detenidos al parecer le servían como escoltas personales.
El capo recibió hace más de seis meses la jefatura de unas 50 bandas o combos que se encargan de las acciones criminales de la 'Oficina'.
El poder le fue delegado luego de varias capturas de jefes de esa agrupación ilegal. Entre ellos están Carlos Mario Aguilar, alias 'Rogelio', capturado hace varios meses y alias 'Kenner', retenido en Copacabana, norte antioqueño, en agosto del año pasado.
'Douglas', según un informe del Instituto Popular de Capacitación (IPC), ganó reconocimiento en la 'Oficina de Envigado' por llevar a cabo trabajos sociales relacionados con el fútbol en varias comunas de Medellín, especialmente en el barrio Miraflores.
"Estaba al mando de todas las comunas de Medellín", le dijo un ex integrante de la 'Oficina' al IPC. Leonardo Muñoz es uno de los responsables directos de la escalada violenta en la capital antioqueña, que entre el lunes y el martes de esta semana dejó cerca de 13 personas asesinadas y 30 la semana pasada.
Según un vocero de la Policía Metropolitana, José Leonardo Muñoz, alias 'Douglas' fue sorprendido al finalizar la tarde en un apartamento del exclusivo sector de El Poblado, en el sur de Medellín.
Se espera que este jueves, el director de la Policía, general Óscar Naranjo entregue más detalles de la captura y presente al retenido a los medios de comunicación en una rueda de prensa que se realizaría en Medellín o Bogotá.
Al parecer, la operación que se coordinó desde Bogotá para la captura esta mañana de alias 'Don Mario' entre Turbo y Necoclí, en el Urabá antioqueño, también tenía entre sus planes la retención de alias 'Douglas' aunque esto no fue confirmado.
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'Douglas' es uno de los capos que el presidente Álvaro Uribe había ordenado capturar. El narco fue sorprendido al finalizar la tarde de ayer en un apartamento del edificio Panorama del Campestre, en el exclusivo sector de Altos del Poblado, en el sur de Medellín.
Junto con él fueron capturadas otras cinco personas, una de ellas, Óscar Fernando Salazar, alias 'Compa', quien le sucedía en el mando a 'Douglas'. Los otros cuatro detenidos al parecer le servían como escoltas personales.
El capo recibió hace más de seis meses la jefatura de unas 50 bandas o combos que se encargan de las acciones criminales de la 'Oficina'.
El poder le fue delegado luego de varias capturas de jefes de esa agrupación ilegal. Entre ellos están Carlos Mario Aguilar, alias 'Rogelio', capturado hace varios meses y alias 'Kenner', retenido en Copacabana, norte antioqueño, en agosto del año pasado.
'Douglas', según un informe del Instituto Popular de Capacitación (IPC), ganó reconocimiento en la 'Oficina de Envigado' por llevar a cabo trabajos sociales relacionados con el fútbol en varias comunas de Medellín, especialmente en el barrio Miraflores.
"Estaba al mando de todas las comunas de Medellín", le dijo un ex integrante de la 'Oficina' al IPC. Leonardo Muñoz es uno de los responsables directos de la escalada violenta en la capital antioqueña, que entre el lunes y el martes de esta semana dejó cerca de 13 personas asesinadas y 30 la semana pasada.
Según un vocero de la Policía Metropolitana, José Leonardo Muñoz, alias 'Douglas' fue sorprendido al finalizar la tarde en un apartamento del exclusivo sector de El Poblado, en el sur de Medellín.
Se espera que este jueves, el director de la Policía, general Óscar Naranjo entregue más detalles de la captura y presente al retenido a los medios de comunicación en una rueda de prensa que se realizaría en Medellín o Bogotá.
Al parecer, la operación que se coordinó desde Bogotá para la captura esta mañana de alias 'Don Mario' entre Turbo y Necoclí, en el Urabá antioqueño, también tenía entre sus planes la retención de alias 'Douglas' aunque esto no fue confirmado.
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Narcotráfico,
Oficina de Envigado
Las Guerras de "Don Mario"
Miércoles, 15 de Abril de 2009 Daniel Rendón Herrera, el capturado jefe de las autodefensas Gaitanistas y ex miembro del bloque Centauros de las Auc, había iniciado guerras en varias zonas del país para quedarse con el negocio del narcotráfico luego de la desmovilización de las Autodefensas.
Después de su paso por las autodefensas, Daniel Rendón Herrera, alias 'Don Mario', se convirtió en uno de los narcotraficantes más buscados del país. Foto: Verdad Abierta.
‘Don Mario’, hermano de ‘El Alemán’ (ex jefe del bloque Elmer Cárdenas de las autodefensas y quien hoy se encuentra en la cárcel de Itagüí), lleva al menos dos décadas en la guerra paramilitar, su nombre salió a la luz pública gracias a las infiltraciones que hizo la Fiscalía y a la Policía.
Cuando los jefes ‘paras’ se desmovilizaron y fueron a dar a la cárcel, ‘Don Mario’ se apartó y casi solo comenzó a construir su nuevo cartel siguiendo las "enseñanzas" de su tutor en el Bloque Centauros, Miguel Arroyave, alias 'Arcangel'.
'Don Mario' se la pasaba entre Tierralta y Valencia, en Córdoba, luego subía hasta la Costa que corre desde Arboletes hasta Turbo, en Antioquia. Así consiguió aliarse con algunos ex paras del ‘Élmer Cárdenas’ y se hizo al control absoluto de una de las principales rutas de exportación de drogas por el Caribe.
Alias 'Don Mario', luego de la desmovilización de los jefes paramilitares, empezó a convertirse en un personaje mediático, mostrado sobre todo por las autoridades como el heredero de una importante tajada de la torta del narcotráfico, dejada por sus antiguos patrones y representadas en zonas de cultivo, laboratorios para cristalizar la droga y rutas de envío al exterior.
Cuando el proceso de desmovilización mostraba al país hechos que hacían presumir, sobre todo al Gobierno y a la Fiscalía, que la reinserción de más de 40.000 hombres sería un éxito y que las víctimas y la sociedad colombiana accederían a los derechos de verdad, justicia y reparación en relación con los crímenes de estas organizaciones ilegales, organismos de inteligencia empezaron a relacionar a alias don Mario con lo que llamaron en su momento grupos emergentes.
Una vez el proceso entró en crisis y dejó ver que los ex jefes paramilitares no solo seguían manejando algunas actividades ilegales, entre ellas las del narcotráfico y se habían enfrascado en una disputa territorial por el dominio de las zonas cocaleras y las rutas de envío, Rendón Herrera quedó como la cabeza visible de esa disputa, pero desde la ilegalidad, porque muchos de sus principales enemigos, entre ellos alias 'don Berna', fueron extraditados a Estados Unidos.
Urabá primero
Urabá fue el primer escenario en disputa y que, en términos criminales, ganó luego de una guerra a muerte contra los desmovilizados del bloque Bananero, que comandó Ever Velosa, alias HH, extraditado también a Estados Unidos, luego de confesar casi cinco mil delitos, la mayoría en la zona bananera.
Las autoridades regionales calculan que la guerra que libró alias don Mario en Urabá cobró la vida de más de 200 personas, la mayoría desmovilizados de las autodefensas que lo combatieron también o que se negaron a hacer parte de su estructura.
Cuando se sintió ganador, Rendón Herrera reclutó, calculan las mismas autoridades, cerca de 600 hombres de las antiguas estructuras de los bloques Bananero y Elmer Cárdenas, hombres con los que trasladó su intención de apoderarse de otras regiones.
Luego vino el bajo Cauca, donde algunas organizaciones derechos humanos, denunciaron que alias don Mario hizo alianzas temporales con otras organizaciones de narcotráfico para combatir a quienes, en su momento, obligaban a los campesinos a sembrar hoja de coca a la región.
Rendón Herrera se enfrentó a otra organización que la Policía identifica como Los Paisas, grupo cercano a la llamada Oficina de Envigado, otra estructura al servicio de narcotráfico en el Valle de Aburrá, dedicada a cobrar cuentas por medio de sus sicarios a sueldo.
El Bajo Cauca es hoy por hoy, junto a Medellín y sus municipios vecinos, una de las zonas más conflictivas de Antioquia, debido al accionar de grupos de narcotraficantes y a la disputa entre los hombres de alias don Mario y de Los Paisas.
La Gobernación de Antioquia calcula que el 80 por ciento de las zonas productivas del Bajo Cauca está sembrado con hoja de coca, pese a que durante 2008 se erradicaron, de forma manual, unas 20.000 hectáreas.
Objetivo, Medellín
La estrategia de alias don Mario empezaba a impactar de forma violenta en Medellín, sobre todo algunos barrios populares de Medellín, debido a que logró “reclutar” a un importante jefe de La Oficina para que le hiciera la guerra a sus ex compañeros.
Un investigador judicial de la Fiscalía le dijo a Verdad Abierta que la división en La Oficina de Envigado tendrá mucho impacto entre las bandas delincuenciales del Valle de Aburrá, pues cada uno de los jefes de esa estructura de narcotraficantes maneja, en promedio, entre 30 y 40 bandas, muchas de las cuales están integradas por desmovilizados que se apartaron del proceso de reinserción.
Explicó que en Medellín, entre el 3 de abril y el 14 de abril de este año, ocurrieron 30 homicidios, y que pueden estar relacionados con esa disputa y con la intención de alias don Mario de apoderarse de los “negocios” de las personas que manejaban las redes de narcotráfico en Medellín y el Valle de Aburrá.
Barrios como Santo Domingo Savio y algunas de las comunas oriental y 13, de Medellín, empezaron a mostrar un reacomodo de estructuras criminales, al punto que revivieron prácticas que muchas personas pensaron superadas como los famosos límites imaginarios, en alusión a los dominios de uno y otro grupo y sobre el cual el enemigo no puede tomar posesión.
Uno de los crímenes que desató la oleada de venganza ocurrió el martes 7 de abril pasado, cuando hombres armados mataron a Andrés Casas, un desmovilizado del bloque Héroes de Granada quien, en opinión de las autoridades locales, se separó del proceso de reinserción y volvió a armar una estructura ilegal de mucho renombre a finales de los años 90 y principios de este siglo, por su capacidad para sicarial, conocida como La 29.
"Hay algunos lugares en las comunas de Medellín, que es un tema preocupante, y en otros lugares Cesar y Magdalena, áreas que se han convertido en zonas de riesgo y territorios de disputa de las nuevas estructuras de delincuentes", dijo hace casi dos años Sergio Caramagna, el ex jefe de la Misión de Observación del proceso de paz con las autodefensas en Colombia de la Organización de Estados Americanos (OEA).
A finales del año pasado, la Policía informó que luego de la desmovilización de todas las estructuras de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), capturó a 4.551 integrantes de bandas criminales, de los cuales 675 eran desmovilizados.
'Don Mario': ¿Afuera de Justicia y Paz?
El pasado 11 de marzo la Corte Suprema de Justicia emitió una providencia sobre el caso de alias 'Don Mario'. Aunque no es una decisión de fondo, porque simplemente está ordenando al Tribunal de Justicia y Paz de Bogotá que se pronuncie sobre la solicitud de exclusión del proceso de Justicia y Paz del ex jefe paramilitar, puede convertirse en el primer paso para que 'Don Mario', no pueda someterse a los beneficios de la Ley 975, entre ellos, la pena alternativa de 5 a 8 años de prisión. (ver providencia completa)
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www.verdadabierta.com
Después de su paso por las autodefensas, Daniel Rendón Herrera, alias 'Don Mario', se convirtió en uno de los narcotraficantes más buscados del país. Foto: Verdad Abierta.
‘Don Mario’, hermano de ‘El Alemán’ (ex jefe del bloque Elmer Cárdenas de las autodefensas y quien hoy se encuentra en la cárcel de Itagüí), lleva al menos dos décadas en la guerra paramilitar, su nombre salió a la luz pública gracias a las infiltraciones que hizo la Fiscalía y a la Policía.
Cuando los jefes ‘paras’ se desmovilizaron y fueron a dar a la cárcel, ‘Don Mario’ se apartó y casi solo comenzó a construir su nuevo cartel siguiendo las "enseñanzas" de su tutor en el Bloque Centauros, Miguel Arroyave, alias 'Arcangel'.
'Don Mario' se la pasaba entre Tierralta y Valencia, en Córdoba, luego subía hasta la Costa que corre desde Arboletes hasta Turbo, en Antioquia. Así consiguió aliarse con algunos ex paras del ‘Élmer Cárdenas’ y se hizo al control absoluto de una de las principales rutas de exportación de drogas por el Caribe.
Alias 'Don Mario', luego de la desmovilización de los jefes paramilitares, empezó a convertirse en un personaje mediático, mostrado sobre todo por las autoridades como el heredero de una importante tajada de la torta del narcotráfico, dejada por sus antiguos patrones y representadas en zonas de cultivo, laboratorios para cristalizar la droga y rutas de envío al exterior.
Cuando el proceso de desmovilización mostraba al país hechos que hacían presumir, sobre todo al Gobierno y a la Fiscalía, que la reinserción de más de 40.000 hombres sería un éxito y que las víctimas y la sociedad colombiana accederían a los derechos de verdad, justicia y reparación en relación con los crímenes de estas organizaciones ilegales, organismos de inteligencia empezaron a relacionar a alias don Mario con lo que llamaron en su momento grupos emergentes.
Una vez el proceso entró en crisis y dejó ver que los ex jefes paramilitares no solo seguían manejando algunas actividades ilegales, entre ellas las del narcotráfico y se habían enfrascado en una disputa territorial por el dominio de las zonas cocaleras y las rutas de envío, Rendón Herrera quedó como la cabeza visible de esa disputa, pero desde la ilegalidad, porque muchos de sus principales enemigos, entre ellos alias 'don Berna', fueron extraditados a Estados Unidos.
Urabá primero
Urabá fue el primer escenario en disputa y que, en términos criminales, ganó luego de una guerra a muerte contra los desmovilizados del bloque Bananero, que comandó Ever Velosa, alias HH, extraditado también a Estados Unidos, luego de confesar casi cinco mil delitos, la mayoría en la zona bananera.
Las autoridades regionales calculan que la guerra que libró alias don Mario en Urabá cobró la vida de más de 200 personas, la mayoría desmovilizados de las autodefensas que lo combatieron también o que se negaron a hacer parte de su estructura.
Cuando se sintió ganador, Rendón Herrera reclutó, calculan las mismas autoridades, cerca de 600 hombres de las antiguas estructuras de los bloques Bananero y Elmer Cárdenas, hombres con los que trasladó su intención de apoderarse de otras regiones.
Luego vino el bajo Cauca, donde algunas organizaciones derechos humanos, denunciaron que alias don Mario hizo alianzas temporales con otras organizaciones de narcotráfico para combatir a quienes, en su momento, obligaban a los campesinos a sembrar hoja de coca a la región.
Rendón Herrera se enfrentó a otra organización que la Policía identifica como Los Paisas, grupo cercano a la llamada Oficina de Envigado, otra estructura al servicio de narcotráfico en el Valle de Aburrá, dedicada a cobrar cuentas por medio de sus sicarios a sueldo.
El Bajo Cauca es hoy por hoy, junto a Medellín y sus municipios vecinos, una de las zonas más conflictivas de Antioquia, debido al accionar de grupos de narcotraficantes y a la disputa entre los hombres de alias don Mario y de Los Paisas.
La Gobernación de Antioquia calcula que el 80 por ciento de las zonas productivas del Bajo Cauca está sembrado con hoja de coca, pese a que durante 2008 se erradicaron, de forma manual, unas 20.000 hectáreas.
Objetivo, Medellín
La estrategia de alias don Mario empezaba a impactar de forma violenta en Medellín, sobre todo algunos barrios populares de Medellín, debido a que logró “reclutar” a un importante jefe de La Oficina para que le hiciera la guerra a sus ex compañeros.
Un investigador judicial de la Fiscalía le dijo a Verdad Abierta que la división en La Oficina de Envigado tendrá mucho impacto entre las bandas delincuenciales del Valle de Aburrá, pues cada uno de los jefes de esa estructura de narcotraficantes maneja, en promedio, entre 30 y 40 bandas, muchas de las cuales están integradas por desmovilizados que se apartaron del proceso de reinserción.
Explicó que en Medellín, entre el 3 de abril y el 14 de abril de este año, ocurrieron 30 homicidios, y que pueden estar relacionados con esa disputa y con la intención de alias don Mario de apoderarse de los “negocios” de las personas que manejaban las redes de narcotráfico en Medellín y el Valle de Aburrá.
Barrios como Santo Domingo Savio y algunas de las comunas oriental y 13, de Medellín, empezaron a mostrar un reacomodo de estructuras criminales, al punto que revivieron prácticas que muchas personas pensaron superadas como los famosos límites imaginarios, en alusión a los dominios de uno y otro grupo y sobre el cual el enemigo no puede tomar posesión.
Uno de los crímenes que desató la oleada de venganza ocurrió el martes 7 de abril pasado, cuando hombres armados mataron a Andrés Casas, un desmovilizado del bloque Héroes de Granada quien, en opinión de las autoridades locales, se separó del proceso de reinserción y volvió a armar una estructura ilegal de mucho renombre a finales de los años 90 y principios de este siglo, por su capacidad para sicarial, conocida como La 29.
"Hay algunos lugares en las comunas de Medellín, que es un tema preocupante, y en otros lugares Cesar y Magdalena, áreas que se han convertido en zonas de riesgo y territorios de disputa de las nuevas estructuras de delincuentes", dijo hace casi dos años Sergio Caramagna, el ex jefe de la Misión de Observación del proceso de paz con las autodefensas en Colombia de la Organización de Estados Americanos (OEA).
A finales del año pasado, la Policía informó que luego de la desmovilización de todas las estructuras de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), capturó a 4.551 integrantes de bandas criminales, de los cuales 675 eran desmovilizados.
'Don Mario': ¿Afuera de Justicia y Paz?
El pasado 11 de marzo la Corte Suprema de Justicia emitió una providencia sobre el caso de alias 'Don Mario'. Aunque no es una decisión de fondo, porque simplemente está ordenando al Tribunal de Justicia y Paz de Bogotá que se pronuncie sobre la solicitud de exclusión del proceso de Justicia y Paz del ex jefe paramilitar, puede convertirse en el primer paso para que 'Don Mario', no pueda someterse a los beneficios de la Ley 975, entre ellos, la pena alternativa de 5 a 8 años de prisión. (ver providencia completa)
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"Don MArio",
Narcotráfico,
Nuevos Capos
Asi cogieron a "Don Mario"
Por Andrea Peña, periodista de Semana.com
Daniel Rendón Herrera, alias ‘Don Mario’, era el pez gordo de la delincuencia y el narcotráfico en el norte del país. Desde el año pasado, se convirtió en una de las obsesiones del presidente Álvaro Uribe y en una de las prioridades del director de la Policía, general Oscar Naranjo, cuando decidieron luchar contra las bandas criminales emergentes tras la desmovilización de las AUC. Por eso, desde hace nueve meses, comenzó un exhaustivo trabajo de inteligencia para encontrar a este poderoso narcotraficante y ubicar su paradero. De ahí que el general Naranjo, a comienzos de este año, decidiera trasladar por unos días su oficina a Antioquia para coordinar personalmente la concentración de hombres de unidades especiales de la Policía en el norte de este departamento y en el sur de Córdoba. Los resultados comenzaron a verse lentamente. Para lograrlo fueron necesarios aviones, helicópteros y unos dos mil hombres de la fuerza pública.
La cacería
Hace tres semanas, con la captura de 18 personas cercanas a Don Mario, entre ellos Jaime Ernesto Culma, alias ‘El Puma’, las autoridades comenzaron en serio a pisarle los talones al capo.
En dos oportunidades, las autoridades intentaron capturar a alias ‘Don Mario’ en operaciones de asalto como la de este lunes. Pero fracasaron.
Por eso lo intentaron una tercera vez: el pasado lunes santo comenzó la primera fase de la casería final a Daniel Rendón Herrera. 250 comandos jungla de la Policía y 50 hombres de la Dijín rastrearon los pasos del capo, quien se sabía estaba en algún lugar del Urabá.
Llegar hasta él no era fácil. Información de inteligencia señalaba que nueve personas caminaban con él para protegerlo y que un segundo anillo, conformado por 80 personas, también estaba listo para escudarlo.
Gracias a las pistas entregadas por informantes, la Policía comenzó a ubicar el sitio exacto donde se encontraba Don Mario.
Primero hicieron un cerco de dos kilómetros de diámetro aproximadamente. Valiéndose de helicópteros artillados y hombres en tierra, comenzaron a cerrarle el paso a ‘Don Mario’, gracias a inteligencia humana y técnica, que iban facilitando la ubicación del capo y sus hombres. Ante el cierre del cerco y la presión creciente se supo que empezaba tener pocas provisiones y cada vez menos vías de escape.
Con el paso de los días, el cerco comenzó a estrecharse cada vez más y en la noche de este lunes, el general Naranjo ordenó arrancar la operación en el sitio donde se sabía estaba ubicado ‘Don Mario’. Fue así como a las dos de la madrugada del martes inicio la avanzada de los comandos.
“Cuando lo teníamos aproximadamente a 20 metros se comenzó a divisar una construcción pequeña, con tablas cortadas (como de cama), cerca de un árbol. Y cuando lo vimos de cerca estaba abrazado a una palmera, comiendo arroz con la mano”, aseguró el coronel César Augusto Pinzón, director de la Dijín, quien confirmó que la detención se hizo pasadas las ocho de la mañana.
“Estaba acorralado, virtualmente, como un perro”, agregó el ministro de Defensa Juan Manuel Santos.
Las imágenes que se vieron en las cámaras de televisión no distaban mucho de las fotos y el video que el año pasado se conocían de él. Su pelo estaba más canoso, tenía un poco de barba, estaba vestido con camiseta gris y azul, pantalón gris y zapatos tenis.
Según Pinzón, en la operación fueron incautados dos fusiles AK-47 y una memoria USB. Además, seis personas lograron huir y sólo una, cuya identidad está por confirmarse, fue capturada.
Aunque la captura de ‘Don Mario’ no significa que el narcotráfico se haya acabado, es obvio que el negocio sí se afectará sensiblemente, especialmente en Antioquia y Córdoba.
Muy seguramente bandas como la de Los Paisas y la Oficina de Envigado harán todo lo posible por copar los dominios de ‘Don Mario’, y ahí está el reto de la fuerza pública: en no dejar que una nueva ola de violencia inunde a ciudades como Medellín por cuenta de este reacomodamiento de mafias.
Publicado
en www.semana.com
Daniel Rendón Herrera, alias ‘Don Mario’, era el pez gordo de la delincuencia y el narcotráfico en el norte del país. Desde el año pasado, se convirtió en una de las obsesiones del presidente Álvaro Uribe y en una de las prioridades del director de la Policía, general Oscar Naranjo, cuando decidieron luchar contra las bandas criminales emergentes tras la desmovilización de las AUC. Por eso, desde hace nueve meses, comenzó un exhaustivo trabajo de inteligencia para encontrar a este poderoso narcotraficante y ubicar su paradero. De ahí que el general Naranjo, a comienzos de este año, decidiera trasladar por unos días su oficina a Antioquia para coordinar personalmente la concentración de hombres de unidades especiales de la Policía en el norte de este departamento y en el sur de Córdoba. Los resultados comenzaron a verse lentamente. Para lograrlo fueron necesarios aviones, helicópteros y unos dos mil hombres de la fuerza pública.
La cacería
Hace tres semanas, con la captura de 18 personas cercanas a Don Mario, entre ellos Jaime Ernesto Culma, alias ‘El Puma’, las autoridades comenzaron en serio a pisarle los talones al capo.
En dos oportunidades, las autoridades intentaron capturar a alias ‘Don Mario’ en operaciones de asalto como la de este lunes. Pero fracasaron.
Por eso lo intentaron una tercera vez: el pasado lunes santo comenzó la primera fase de la casería final a Daniel Rendón Herrera. 250 comandos jungla de la Policía y 50 hombres de la Dijín rastrearon los pasos del capo, quien se sabía estaba en algún lugar del Urabá.
Llegar hasta él no era fácil. Información de inteligencia señalaba que nueve personas caminaban con él para protegerlo y que un segundo anillo, conformado por 80 personas, también estaba listo para escudarlo.
Gracias a las pistas entregadas por informantes, la Policía comenzó a ubicar el sitio exacto donde se encontraba Don Mario.
Primero hicieron un cerco de dos kilómetros de diámetro aproximadamente. Valiéndose de helicópteros artillados y hombres en tierra, comenzaron a cerrarle el paso a ‘Don Mario’, gracias a inteligencia humana y técnica, que iban facilitando la ubicación del capo y sus hombres. Ante el cierre del cerco y la presión creciente se supo que empezaba tener pocas provisiones y cada vez menos vías de escape.
Con el paso de los días, el cerco comenzó a estrecharse cada vez más y en la noche de este lunes, el general Naranjo ordenó arrancar la operación en el sitio donde se sabía estaba ubicado ‘Don Mario’. Fue así como a las dos de la madrugada del martes inicio la avanzada de los comandos.
“Cuando lo teníamos aproximadamente a 20 metros se comenzó a divisar una construcción pequeña, con tablas cortadas (como de cama), cerca de un árbol. Y cuando lo vimos de cerca estaba abrazado a una palmera, comiendo arroz con la mano”, aseguró el coronel César Augusto Pinzón, director de la Dijín, quien confirmó que la detención se hizo pasadas las ocho de la mañana.
“Estaba acorralado, virtualmente, como un perro”, agregó el ministro de Defensa Juan Manuel Santos.
Las imágenes que se vieron en las cámaras de televisión no distaban mucho de las fotos y el video que el año pasado se conocían de él. Su pelo estaba más canoso, tenía un poco de barba, estaba vestido con camiseta gris y azul, pantalón gris y zapatos tenis.
Según Pinzón, en la operación fueron incautados dos fusiles AK-47 y una memoria USB. Además, seis personas lograron huir y sólo una, cuya identidad está por confirmarse, fue capturada.
Aunque la captura de ‘Don Mario’ no significa que el narcotráfico se haya acabado, es obvio que el negocio sí se afectará sensiblemente, especialmente en Antioquia y Córdoba.
Muy seguramente bandas como la de Los Paisas y la Oficina de Envigado harán todo lo posible por copar los dominios de ‘Don Mario’, y ahí está el reto de la fuerza pública: en no dejar que una nueva ola de violencia inunde a ciudades como Medellín por cuenta de este reacomodamiento de mafias.
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Escuela de sepultureros
La Fiscalía llegó al Gilgal, Chocó, a desenterrar los muertos de la violencia.
Allí, a diferencia de otros sitios, encontró una historia heroica de un profesor de sociales y sus estudiantes. ¿Qué lecciones les dejó la tarea de enterrar a los muertos?
El profesor Guillermo se puso nervioso tan pronto colgó el teléfono. Comenzó a caminar de un lugar para otro dentro de su casa y a contar muertos con los dedos de las manos. Había recibido una llamada desde Medellín en la que le avisaban que un fiscal encargado de exhumaciones llegaría en los próximos días para desenterrar a los cadáveres de su corregimiento, el Gilgal, de Unguía, Chocó. Le había llegado la hora de recordar los lugares donde enterró los cuerpos de 20 personas, que tras ser asesinadas por paras o guerrilleros quedaban tendidas en cualquier rincón del pueblo, sin ningún doliente que los salvara de la carroña. Salió de su casa y llamó uno a uno a los alumnos y ex alumnos para que se reunieran y le ayudaran a recordar los nombres de los muertos y el lugar exacto de las fosas. "Si les pedí ayuda a mis estudiantes para enterrarlos, ahora se las pido para desenterrarlos", dice el profesor.
Gilgal -nombre bíblico que en hebreo significa 'rueda que da vueltas'- es un pueblo llano y caluroso con 50 años de historia y 900 habitantes. Para llegar hasta él hay que embarcarse en una lancha en el puerto de Turbo y atravesar durante 90 minutos el golfo de Urabá hasta Unguía. Allí, los jeep son una especie en vías de extinción y decenas de hombres jóvenes dan la bienvenida al nuevo imperio del mototaxismo en el que por menos de 15.000 pesos llevan a los pasajeros hasta Balboa, la vereda más alejada a dos horas de camino.
El Gilgal es conocido por su vocación religiosa (fue fundado por pastores evangélicos provenientes de Córdoba y Sucre) y, tristemente, por su pasado cruel de muertos a sangre fría. Fue aquí donde el bloque Élmer Cárdenas de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) impuso el orden a su antojo desde 1996 hasta 2006, cuando se desmovilizó y llegó al pueblo el primer comando de Policía.
Pero como la historia tiene sus paradojas, esa época y ese lugar, en que la sevicia llegó a grados inimaginables, también tuvo lugar una historia heroica en la que un profesor de ciencias sociales y sus alumnos demostraron el valor de la solidaridad humana.
La historia de Guillermo Castañeda en el Chocó y en la docencia está dada por el azar. Nacido hace 45 años en Jardín, Antioquia, decidió seguir los consejos de un amigo de juventud y aventurarse en un viaje que se ha alargado por más de 20 años. "No sabía a qué venía y cuando me ofrecieron dar clases acepté", dice. Hoy, el 'Profe' es el empleado más antiguo del colegio, adonde sus tres hijos estudiaron hasta hace dos años cuando los mandó para Medellín; y Liliana, su esposa, también del suroeste antioqueño, es profesora en Santa María la Nueva del Darién, una vereda a 15 minutos en moto. El nombre de Guillermo es reconocido en todo el Urabá chocoano, pero su fama no se la han dado las cátedras de sociales ni de historia sino sus oficios como sepulturero.
En el listado de muertos que recordaba la semana pasada alcanzó a contar 20 que ayudó a enterrar con sus alumnos, pero sabía que el número de tragedias en el pueblo se multiplicaba por 10.
Los años de los entierros
Una de las historias que más recuerda es la de 'Monillo', en 2001. "Al señor, que era conocido en el pueblo con ese apodo, lo mataron como a las 7 de la noche -recuerda el profesor- y al otro día en la mañana, mientras yo iba caminando para la escuela vi un corrillo de cerdos que se estaban comiendo los sesos del cadáver". El profesor no interrumpió su recorrido y al llegar a su curso de octavo grado les dictó la primera tarea de la semana: "Vamos a enterrar a 'Monillo'".
Como había sucedido en otras ocasiones, lo primero que hizo fue preguntar quién quería acompañarlo en los oficios de sepulturero, y cuatro muchachos -entre los 12 y los 16 años- levantaron la mano. Édgar Acevedo, uno de ellos y que hoy trabaja como mototaxista en Unguía, dice que todo el acto del entierro -desde que el profesor les avisaba hasta que echaban el último palazo de tierra- podía durar hasta ocho horas. Tenían que dejar los cuadernos en las casas de cada uno, cambiarse el uniforme por ropa de trabajo y buscar por todo el pueblo palas, barretones y una carretilla para transportar el cadáver hasta un cementerio improvisado sin cruces ni lápidas. Lo más difícil de todo era abrir el hueco: "Como aquí casi siempre hace calor, la tierra se hace dura y seca... se podía reconocer fácil a los que lo abríamos porque las manos eran llenas de ampollas", recuerda Édgar.
Pero el caso de 'Monillo' fue la excepción. En este, más que abrir el hueco, lo duro fue ver a los siete niños que habían quedado huérfanos. No tenían mamá y el papá era su única compañía en la casa. La misma noche en la que lo mataron el inspector de Policía, encargado de todos los actos fúnebres del Gilgal, como si se tratara de una noticia cualquiera, llegó hasta la casa de madera y les dijo: "Mataron a su papá, vayan a recogerlo". En ese tiempo, cuenta Guillermo, los inspectores eran una figura decorativa del pueblo y aún se pregunta si era por miedo o apatía frente a la realidad de la violencia. "Cuando fui a recoger a los niños para llevarlos a mi casa me sorprendió que ninguno estuviera llorando o al menos triste... y yo le pregunté a Liliana si era una cuestión cultural o de inocencia o de falta de afecto". Su esposa lo llama choque cultural. Mientras en su tierra el acto de reclamar cristiana sepultura se convierte en un clamor colectivo, aquí parecería no tener la misma importancia.
Durante todo este tiempo en el Gilgal aún les cuesta entender no sólo la reacción de los niños de 'Monillo' y la frialdad con la que el inspector les dio la noticia, sino la indolencia con la que muchos habitantes han actuado frente a actos de barbarie. El personero de Unguía y ex alumno de Guillermo, Leonardo Altamiranda, reconoce que si no fuera por la solidaridad de su profesor muchos muertos del pueblo se hubieran convertido en un problema de salud pública.
Pero ¿qué ha significado para toda una generación de niños el hecho de haber sepultado a los muertos? Muchos de ellos se refieren a los entierros, a las torturas y a los cadáveres como si fueran un adorno más del paisaje del Gilgal. Les gusta contar las historias. Joshe, un muchacho bajito y con las mejillas hundidas, recuerda la vez que él mismo llegó al salón de clases a pedirle al profesor que enterraran a un señor que había quedado tirado y moribundo en una de las carreteras a la salida del pueblo. El asesino, con precisión de cirujano, le había pegado dos tiros en la cerviz que le volaron los ojos pero que no alcanzaron a matarlo. Cuando Joshe lo vio por primera vez estaba pidiendo ayuda y con las manos empapadas en sangre trataba de acomodarse los ojos en la cara. Los paras lo remataron delante de todos. Tuvieron que dejar que pasara toda la mañana y parte de la tarde para poder recogerlo y enterrarlo. Cuando llegaron al cementerio, por equivocación y olvido, tuvieron que abrir dos huecos porque en el primero que excavaron ya había otro cadáver en alto grado de descomposición. "Casi no se nos va el olor a muerto de encima -dice Joshe- no fuimos capaces de comer carne durante un mes".
Durante estos últimos días, cuando la Fiscalía llegó para cumplir su tarea de exhumar, el pueblo se ha convertido en una incubadora de historias tristes. La época en la que los muertos fueron destripados como animales y llevados a rastras por las calles parece haber terminado y, ahora, cada exhumación revive anécdotas y recuerda que el único acto de resistencia fue el del profesor con sus alumnos. Cuando se le pregunta por qué no tiró la toalla y decidió irse para otro lugar con su familia, Guillermo contesta que en ningún otro sitio se hubiera sentido tan útil, y uno de sus alumnos lo interrumpe para completar la respuesta: "Si no hubiera sido por este profe, nadie hubiera hecho la tarea".
Allí, a diferencia de otros sitios, encontró una historia heroica de un profesor de sociales y sus estudiantes. ¿Qué lecciones les dejó la tarea de enterrar a los muertos?
El profesor Guillermo se puso nervioso tan pronto colgó el teléfono. Comenzó a caminar de un lugar para otro dentro de su casa y a contar muertos con los dedos de las manos. Había recibido una llamada desde Medellín en la que le avisaban que un fiscal encargado de exhumaciones llegaría en los próximos días para desenterrar a los cadáveres de su corregimiento, el Gilgal, de Unguía, Chocó. Le había llegado la hora de recordar los lugares donde enterró los cuerpos de 20 personas, que tras ser asesinadas por paras o guerrilleros quedaban tendidas en cualquier rincón del pueblo, sin ningún doliente que los salvara de la carroña. Salió de su casa y llamó uno a uno a los alumnos y ex alumnos para que se reunieran y le ayudaran a recordar los nombres de los muertos y el lugar exacto de las fosas. "Si les pedí ayuda a mis estudiantes para enterrarlos, ahora se las pido para desenterrarlos", dice el profesor.
Gilgal -nombre bíblico que en hebreo significa 'rueda que da vueltas'- es un pueblo llano y caluroso con 50 años de historia y 900 habitantes. Para llegar hasta él hay que embarcarse en una lancha en el puerto de Turbo y atravesar durante 90 minutos el golfo de Urabá hasta Unguía. Allí, los jeep son una especie en vías de extinción y decenas de hombres jóvenes dan la bienvenida al nuevo imperio del mototaxismo en el que por menos de 15.000 pesos llevan a los pasajeros hasta Balboa, la vereda más alejada a dos horas de camino.
El Gilgal es conocido por su vocación religiosa (fue fundado por pastores evangélicos provenientes de Córdoba y Sucre) y, tristemente, por su pasado cruel de muertos a sangre fría. Fue aquí donde el bloque Élmer Cárdenas de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) impuso el orden a su antojo desde 1996 hasta 2006, cuando se desmovilizó y llegó al pueblo el primer comando de Policía.
Pero como la historia tiene sus paradojas, esa época y ese lugar, en que la sevicia llegó a grados inimaginables, también tuvo lugar una historia heroica en la que un profesor de ciencias sociales y sus alumnos demostraron el valor de la solidaridad humana.
La historia de Guillermo Castañeda en el Chocó y en la docencia está dada por el azar. Nacido hace 45 años en Jardín, Antioquia, decidió seguir los consejos de un amigo de juventud y aventurarse en un viaje que se ha alargado por más de 20 años. "No sabía a qué venía y cuando me ofrecieron dar clases acepté", dice. Hoy, el 'Profe' es el empleado más antiguo del colegio, adonde sus tres hijos estudiaron hasta hace dos años cuando los mandó para Medellín; y Liliana, su esposa, también del suroeste antioqueño, es profesora en Santa María la Nueva del Darién, una vereda a 15 minutos en moto. El nombre de Guillermo es reconocido en todo el Urabá chocoano, pero su fama no se la han dado las cátedras de sociales ni de historia sino sus oficios como sepulturero.
En el listado de muertos que recordaba la semana pasada alcanzó a contar 20 que ayudó a enterrar con sus alumnos, pero sabía que el número de tragedias en el pueblo se multiplicaba por 10.
Los años de los entierros
Una de las historias que más recuerda es la de 'Monillo', en 2001. "Al señor, que era conocido en el pueblo con ese apodo, lo mataron como a las 7 de la noche -recuerda el profesor- y al otro día en la mañana, mientras yo iba caminando para la escuela vi un corrillo de cerdos que se estaban comiendo los sesos del cadáver". El profesor no interrumpió su recorrido y al llegar a su curso de octavo grado les dictó la primera tarea de la semana: "Vamos a enterrar a 'Monillo'".
Como había sucedido en otras ocasiones, lo primero que hizo fue preguntar quién quería acompañarlo en los oficios de sepulturero, y cuatro muchachos -entre los 12 y los 16 años- levantaron la mano. Édgar Acevedo, uno de ellos y que hoy trabaja como mototaxista en Unguía, dice que todo el acto del entierro -desde que el profesor les avisaba hasta que echaban el último palazo de tierra- podía durar hasta ocho horas. Tenían que dejar los cuadernos en las casas de cada uno, cambiarse el uniforme por ropa de trabajo y buscar por todo el pueblo palas, barretones y una carretilla para transportar el cadáver hasta un cementerio improvisado sin cruces ni lápidas. Lo más difícil de todo era abrir el hueco: "Como aquí casi siempre hace calor, la tierra se hace dura y seca... se podía reconocer fácil a los que lo abríamos porque las manos eran llenas de ampollas", recuerda Édgar.
Pero el caso de 'Monillo' fue la excepción. En este, más que abrir el hueco, lo duro fue ver a los siete niños que habían quedado huérfanos. No tenían mamá y el papá era su única compañía en la casa. La misma noche en la que lo mataron el inspector de Policía, encargado de todos los actos fúnebres del Gilgal, como si se tratara de una noticia cualquiera, llegó hasta la casa de madera y les dijo: "Mataron a su papá, vayan a recogerlo". En ese tiempo, cuenta Guillermo, los inspectores eran una figura decorativa del pueblo y aún se pregunta si era por miedo o apatía frente a la realidad de la violencia. "Cuando fui a recoger a los niños para llevarlos a mi casa me sorprendió que ninguno estuviera llorando o al menos triste... y yo le pregunté a Liliana si era una cuestión cultural o de inocencia o de falta de afecto". Su esposa lo llama choque cultural. Mientras en su tierra el acto de reclamar cristiana sepultura se convierte en un clamor colectivo, aquí parecería no tener la misma importancia.
Durante todo este tiempo en el Gilgal aún les cuesta entender no sólo la reacción de los niños de 'Monillo' y la frialdad con la que el inspector les dio la noticia, sino la indolencia con la que muchos habitantes han actuado frente a actos de barbarie. El personero de Unguía y ex alumno de Guillermo, Leonardo Altamiranda, reconoce que si no fuera por la solidaridad de su profesor muchos muertos del pueblo se hubieran convertido en un problema de salud pública.
Pero ¿qué ha significado para toda una generación de niños el hecho de haber sepultado a los muertos? Muchos de ellos se refieren a los entierros, a las torturas y a los cadáveres como si fueran un adorno más del paisaje del Gilgal. Les gusta contar las historias. Joshe, un muchacho bajito y con las mejillas hundidas, recuerda la vez que él mismo llegó al salón de clases a pedirle al profesor que enterraran a un señor que había quedado tirado y moribundo en una de las carreteras a la salida del pueblo. El asesino, con precisión de cirujano, le había pegado dos tiros en la cerviz que le volaron los ojos pero que no alcanzaron a matarlo. Cuando Joshe lo vio por primera vez estaba pidiendo ayuda y con las manos empapadas en sangre trataba de acomodarse los ojos en la cara. Los paras lo remataron delante de todos. Tuvieron que dejar que pasara toda la mañana y parte de la tarde para poder recogerlo y enterrarlo. Cuando llegaron al cementerio, por equivocación y olvido, tuvieron que abrir dos huecos porque en el primero que excavaron ya había otro cadáver en alto grado de descomposición. "Casi no se nos va el olor a muerto de encima -dice Joshe- no fuimos capaces de comer carne durante un mes".
Durante estos últimos días, cuando la Fiscalía llegó para cumplir su tarea de exhumar, el pueblo se ha convertido en una incubadora de historias tristes. La época en la que los muertos fueron destripados como animales y llevados a rastras por las calles parece haber terminado y, ahora, cada exhumación revive anécdotas y recuerda que el único acto de resistencia fue el del profesor con sus alumnos. Cuando se le pregunta por qué no tiró la toalla y decidió irse para otro lugar con su familia, Guillermo contesta que en ningún otro sitio se hubiera sentido tan útil, y uno de sus alumnos lo interrumpe para completar la respuesta: "Si no hubiera sido por este profe, nadie hubiera hecho la tarea".
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