martes, 13 de noviembre de 2007

La infiltrada

La infiltrada

Cómo una guerrillera de las Farc acusada de terrorismo logró hacer el curso elite de los generales y codearse con la cúpula militar, empresarios y magistrados.
El pasado 25 de octubre se presentó un hecho poco usual en el complejo judicial de Paloquemao, en Bogotá: un juez de la República, a petición de la Fiscalía, ordenó que se desalojara de curiosos y periodistas el salón de audiencias número 2 porque, según él, lo que se iba a hablar allí podía poner en riesgo la seguridad del Estado. Y razones no le faltaban al funcionario judicial para tan drástica medida. Allí, ante las autoridades, se encontraban seis integrantes de las Red Urbana Antonio Nariño (Ruan) de las Farc, que en los últimos dos años habían sembrado el terror en la capital de la República. Entre todos los sindicados, sin embargo, se destacaba la figura de una mujer de 40 años, con nueve semestres de comunicación social y dos de derecho. Su nombre: Marilú Ramírez Baquero, quien en los últimos dos años había hecho parte de dos actividades bien disímiles: la primera, en 2005, haber participado de civil -en calidad de invitada- en los cursos que los coroneles de las Fuerzas Armadas hacen para ascender al grado de general; la segunda, en 2006, haber sido la supuesta autora material del carro-bomba que las Farc hicieron estallar en la Escuela Superior de Guerra.

Aparte de Ramírez Baquero, el día previo a la audiencia, y en diferentes sitios de Bogotá, las autoridades habían capturado también a cinco personas más.

Todo empezó hace siete meses, cuando tropas contraguerrilla de la Brigada 17 del Ejército atacaron, entre los municipios de Mesetas y Uribe (Meta), el campamento del temido jefe guerrillero Carlos Antonio Lozada, quien es el hombre fuerte y fundador de la Ruan de las Farc en Bogotá. Como resultado de los enfrentamientos, que dejaron gravemente herido a Lozada, el Ejército se hizo a los computadores del hombre de confianza del mencionado jefe guerrillero. "En ellos había cantidad de información y extensísimas carpetas que aún hoy son estudiadas por la Fiscalía", explicó en la audiencia pública de hace dos semanas una investigadora de la Fiscalía al juez sexto penal municipal de garantías de Bogotá.

En una amplia intervención, la funcionaria judicial empezó por explicar que dentro de la información que tenía en su poder estaban los nombres, los códigos, los alias y todos los datos familiares de cada uno de los integrantes de la Ruan. Por esa información, advirtió, se pudo capturar a los mencionados seis guerrilleros. Entonces empezó a relatar con detalle cada uno de los recientes ataques terroristas que habían logrado finiquitar, según la Fiscalía, los seis guerrilleros implicados en la investigación. Dijo que ellos habían participado en la explosión de una bicicleta bomba en el sur de Bogotá que dejó dos personas heridas, el 30 de septiembre pasado, y en idénticos actos terroristas en los barrios Villa Mayor y Teusaquillo. También habló de un ataque a una sede del movimiento político Colombia Democrática, del ex senador Mario Uribe Escobar, primo del Presidente de la República. Los señaló, igualmente, de atentar contra las rutas y buses de TransMilenio y torres de energía de Interconexión Eléctrica Nacional (ISA). Pero lo más impactante de la narración de la investigadora de la Fiscalía, lo de la Escuela Superior de Guerra, estaba por venir.

La infiltrada

Cada año, los oficiales de las Fuerzas Militares y de Policía que van a ascender al grado de brigadier general deben someterse a un exigente curso en la Escuela Superior de Guerra, conocido como Cidenal (Curso Integral de Defensa Nacional). Durante más de 10 meses, entre otras cosas, los coroneles asisten a seminarios y conferencias que son dictados no sólo por sus superiores, sino también por el propio Presidente de la República y varios ministros de su gabinete. También van como conferencistas magistrados de las Altas Cortes, fiscales, procuradores, militares extranjeros, empresarios nacionales e internacionales y reconocidos académicos colombianos y extranjeros.

Desde hace muchos años es tradición que al curso Cidenal, que inicialmente sólo era para miembros de la Fuerza Pública, se invite como estudiantes a civiles que hacen parte de lo más granado de instituciones oficiales y privadas del país. Por eso el 24 de octubre pasado, a los detectives que capturaron en el barrio Kennedy de Bogotá a Marilú Ramírez Baquero les llamó la atención que lo primero que hizo ella fue identificarse con un carné del Cidenal. Para tratar de zafarse del acoso de las autoridades, durante varios minutos Ramírez mencionó como sus amigos a muchos generales que hoy conducen brigadas del Ejército y hasta la Dirección de la Policía Nacional. Pese a sus explicaciones, la captura se hizo efectiva por orden de un fiscal de la Unidad Nacional Antiterrorismo, que tenía contra ella cargos por rebelión, concierto para delinquir y terrorismo.

La noticia de la detención de Ramírez empezó a correr como pólvora entre todos los asistentes al Cidenal de 2005. No era para menos. Todos recordaban que con ellos había estudiado la mujer que hoy estaba siendo sindicada de terrorista y que dos años atrás se les había presentado como una alta funcionaria de la Veeduría Distrital. "Cuando nos enteramos de que Marilú había sido detenida, todos quedamos fríos, pues los requisitos que nos exigieron son muy drásticos. A mí, por ejemplo, me averiguaron esta vida y la otra", dijo a SEMANA una fiscal de alto rango que asistió al Cidenal ese mismo año. "Ella era una mujer muy querida, dicharachera. Recuerdo que se vestía con una ropa que no venía muy bien con el clima ni las costumbres de Bogotá", agregó

Otros de los participantes no sólo está sorprendido, sino muy preocupado. "Estamos muy asustados con lo que pasó. Marilú se hizo muy amiga de todos nosotros. En el curso uno comparte muchas cosas dentro y fuera de las aulas. Ella no sólo tenía nuestros teléfonos y direcciones. Conoció nuestras familias, estuvo en nuestras casas y fincas y se enteró de cuáles eran nuestras actividades laborales y económicas", contó el gerente de una multinacional que también hizo parte del Cidenal de 2005.

Pero no sólo empresarios y funcionarios judiciales están aterrados con la noticia de Marilú. Los más preocupados, y hasta avergonzados, son los propios militares. La guerrillera burló todos los esquemas de seguridad y, lo que es más grave aun, se hizo a información privilegiada que compromete la seguridad nacional. En las conferencias que recibió en el Cidenal, Ramírez conoció en detalle la estructura de las Fuerzas Armadas, y ciertos planes de guerra que el Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la Policía tienen contra la guerrilla, el paramilitarismo y el narcotráfico. En ese escenario, también conoció de primera mano las fortalezas y las debilidades de las fuerzas del orden. "Ella se enteró de quiénes eran los integrantes de toda la estructura militar del país. Sabe cuáles son los oficiales clave y qué piensan. En una de las conferencias, por ejemplo, se habló de dónde podrían estar los cabecillas del Secretariado de las Farc y qué planes se tenían para dar con su paradero", relató a SEMANA un oficial que exigió el anonimato. "Y ni qué hablar de todo lo que se dijo en esas conferencias sobre el narcotráfico y sus vínculos con la guerrilla y el paramilitarismo", advirtió.

Ese mismo oficial explicó que si bien la información que obtuvo la guerrillera en las aulas es muy delicada, lo más grave, posiblemente, es que tomó fotografías y grabó videos de guarniciones militares y policiales. Parte del curso del Cidenal consiste en visitas a las más importantes y secretas bases e instalaciones de las Fuerzas Armadas. Así, por ejemplo, la guerrillera estuvo en la base aérea de Apiay, Meta, donde se coordina toda la estrategia de guerra en el oriente del país. Visitó la base militar de Tres Esquinas, Caquetá, corazón del combate contra la guerrilla en el sur del país, y la de Larandia, el clave complejo colombo-estadounidense en la lucha contra el narcotráfico. Todo eso sin contar con las frecuentes visitas que realizó en Bogotá al Ministerio de Defensa, a la Dijín de la Policía y a la Central de Inteligencia del Ejército, entre otras.

Marilú no sólo logró información privilegiada en las conferencias y los foros del Cidenal. Gracias a su simpatía, se metió también en la vida social de militares y empresarios. No era raro entonces verla en cocteles y fiestas en el Club Militar. Frecuentemente era invitada por sus amigos de curso a sus apartamentos y fincas. No se perdió ni una ceremonia militar. Era la primera que llegaba y la última en salir. Ese cumplimiento y esa disciplina le permitieron ser reconocida por sus compañeros como una de las destacadas del curso. El 22 de noviembre de 2005 recibió el diploma que la acreditaba como graduada del Cidenal, de manos del presidente Álvaro Uribe Vélez. Después de finalizado el curso, la guerrillera no perdió sus contactos y siguió asistiendo a eventos exclusivos de militares.

El carro bomba

En la mañana del 19 de octubre de 2006, un carro bomba estalló en el corazón de la Escuela Superior de Guerra.

El saldo: 23 personas heridas. El acto terrorista desató la furia del Presidente de la República. Para Uribe y los colombianos era inexplicable que el terrorismo vulnerara uno de los lugares supuestamente más seguros y protegidos del país. Un día después del atentado, Uribe no dudó en señalar a las Farc como responsables del ataque. Muchos de los opositores del Presidente, en ese momento le exigieron que le dijera al país qué pruebas concretas tenía para acusar al grupo guerrillero del demencial acto terrorista. Escasamente se habló de un supuesto mensaje que inteligencia militar habría interceptado y en el que, según el Presidente, el 'Mono Jojoy' habría recibido el reporte de la persona que colocó el carro bomba.

En la audiencia preliminar del pasado 25 de octubre contra los seis guerrilleros de las Farc capturados en Bogotá, la Fiscalía no dudó en señalar a Marilú como la responsable del ataque terrorista contra la Escuela Superior de Guerra. De acuerdo con las pruebas que la Fiscalía le presentó al juez de garantías, ella es conocida en la organización guerrillera como la 'compañera de graduación'. Así mismo, en el computador del jefe de las Farc Carlos Antonio Lozada, la Fiscalía halló varios mensajes de texto entre la guerrillera y su comandante, que la comprometen seriamente. En uno de ellos se le pide a Marilú "nos dé la inteligencia sobre IC (inteligencia de combate) del profesor de la universidad y con el Flaco que está con la mujer del camarada 'Chucho', quien tiene transporte para traer material de intendencia y enviar explosivos para realizar IC". Según la Fiscalía, "cuando en ese escrito se refiere a graduación, es que las Farc denominaron graduación al atentado explosivo que hubo en la Universidad Militar".

Y para rematar su intervención sobre las actividades terroristas de Marilú Ramírez, el fiscal de la causa fue contundente cuando reveló que "se han encontrado archivos en los que usted figura en los órdenes de batalla de la organización guerrillera", recalcó el representante del ente investigador. "También obran instrucciones de Carlos Antonio Lozada en donde le dice a usted que debe contactarse con otras personas para realizar actos terroristas porque usted es una persona conocida de muchos militares, porque usted es reconocida y respetada en el ámbito social. Usted debe actuar y presentarles a ellos información sobre actos terroristas. Igualmente existe una memoria que la vincula a usted con el acto criminal de colocar un carro bomba dentro de una instalación militar al cual llamaron la graduación", sentenció el funcionario.

Y quién responde

Dos años después de su paso por el Cidenal, para la Fiscalía Marilú es la pieza clave de todos los actos terroristas cometidos por las Farc en Bogotá. Con las pruebas que ha recaudado hasta ahora, la Unidad Antiterrorismo parece darle la razón al Presidente cuando afirmó que las Farc eran las responsables del ataque con carro bomba a la Escuela Superior de Guerra. Lo que le debe resultar triste al Primer Mandatario es que la persona que puso la bomba anduvo como quiso en todas las guarniciones militares del país y se preparó al lado de sus generales. Los tentáculos de las actividades terroristas de Marilú Ramírez aún no son conocidos en su totalidad. Lo que sí es claro es que alguien debe responder por semejante gol de la guerrilla a las Fuerzas Armadas y al país.

Encrucijada militar

Encrucijada militar
Se empieza a abrir la caja de Pandora sobre los nexos de los militares y las autodefensas y puede ser peor que la para-política. ¿Será posible? ¿Es conveniente en medio de la guerra?
Hace 20 años los militares eran intocables. Era casi impensable que generales y coroneles terminaran siendo juzgados por la manera como actuaron en el Palacio de Justicia. Parecía imposible investigar los vínculos de altos oficiales con los paramilitares. A muy pocos les cabía en la cabeza que se hiciera una purga en una guarnición del Ejército, o que un almirante activo terminara cuestionado públicamente por corrupción. Mucho menos se creía posible que un general estuviera más de un lustro detenido en su casa a la espera de una sentencia, ni que casos de derechos humanos que ya parecían juzgados se reabrieran.

Sin embargo, hoy dos generales retirados, Jesús Armando Arias Cabrales y Rafael Samudio Molina, están siendo investigados por la Fiscalía por la desaparición de 11 personas durante la retoma del Palacio de Justicia, y otros seis oficiales de la época están en la cárcel por el mismo motivo. El proceso de Justicia y Paz ha empezado a salpicar a algunos de los reconocidos y más condecorados generales, como Rito Alejo del Río e Iván Ramírez, a quienes les reabrirán expedientes del pasado. En los dos últimos años, la IV Brigada tuvo una verdadera ola de detenciones de oficiales acusados de haber cometido ejecuciones extrajudiciales, y la III Brigada vivió un verdadero cisma al revelarse que muchos de sus principales oficiales trabajaban para la mafia.

Como si fuera poco, el almirante Jaime Arango Bacci, uno de los más respetados oficiales de la Armada, está siendo investigado por vínculos con el narcotráfico. Aunque parezca increíble, el general José Jaime Uscátegui lleva cinco años con su casa por cárcel y una década a la espera de una sentencia sobre su actuación en la masacre de Mapiripán. Por otro lado, la Corte Interamericana de Derechos Humanos ha ordenado reabrir las investigaciones por crímenes de lesa humanidad que involucrarían a varios militares, como es el caso del general Faruk Yanine Díaz, a quien se le menciona en los expedientes de la masacre de La Rochela, ocurrida hace dos décadas.

Y este es sólo el comienzo. Los testimonios que están entregando los paramilitares en las versiones libres sobre los vínculos de miembros de la Fuerza Pública con las autodefensas son tantos, que la Fiscalía ya tiene una unidad dedicada a recabar información sobre quiénes fueron durante los últimos 20 años comandantes de batallones y brigadas donde ocurrieron los peores crímenes de lesa humanidad. Según fuentes del ente investigador, la para-política, que ya tiene en los tribunales a más de 40 congresistas, palidece al lado de lo que podría ser el destape de la verdad sobre los vínculos entre militares y paramilitares. Una verdad que sin duda es sana para el país, pero que en una fase definitiva de la guerra contra las Farc, donde la legitimidad de las instituciones es crucial, tendrá más de un escollo que sortear.

La controversia sobre ese capítulo de la vida nacional ya se avizora como espinosa y difícil. El martes, cuando se conmemoraban 22 años del holocausto del Palacio de Justicia, el presidente de la Corte Suprema, magistrado César Julio Valencia calificó el operativo militar realizado los días 6 y 7 de noviembre de 1985 como "imprudente, demencial, cruento y precipitado". La reacción del presidente Álvaro Uribe no se hizo esperar. En un comunicado oficial dice que "describir la acción de las Fuerzas Armadas en defensa de la institucionalidad como ilegal y violatoria de derechos fundamentales, es herir la dignidad de todo el Estado colombiano".

También se han escuchado las voces de los oficiales retirados que hablan de una persecución en su contra. Se lamentan de que a pesar de haber puesto el pecho en la guerra durante tanto tiempo, ahora la sociedad los deja solos. El gran temor que han manifestado es que se les ponga en la picota pública, y se mancille su honra mientras transcurren unos juicios interminables en la justicia. Muchos militares sienten una estigmatización, sin que medie un proceso justo, y sin que al revisar el pasado, se tengan en cuenta las realidades que vivía el país décadas atrás.

Sus temores no son vanos. Si el proceso de verdad tiene en el banquillo a por lo menos 50 políticos, peor pinta el escenario para los militares. Mucho se ha escrito sobre las guarniciones donde se entrenaron grupos de autodefensa, de oficiales que facilitaron sus crímenes o que simplemente cerraron los ojos e ignoraron a los grupos paramilitares como una amenaza para la población. Estas actuaciones se cubrieron durante años con un manto de impunidad que, por primera vez, se empieza a rasgar.

¿Por qué eso es hoy posible? ¿Qué ha pasado para que una institución que muchos consideraban intocable hoy esté en el ojo del huracán?

La nueva guerra

Tres cosas han sido claves: un mayor control civil, la comunidad internacional y el cambio de doctrina en las guerras contrainsurgentes.

Cuando se nombró el primer ministro de Defensa civil, muchos pensaron que este era apenas un cambio cosmético. Pero no ha sido así. En la práctica, se empezó a enterrar el modelo del Frente Nacional, que le entregó las Fuerzas Armadas el control casi autónomo del orden público, a cambio de que no se politizaran. Si bien esto evitó que el país terminara en una dictadura militar, como ocurrió en casi todo el continente, también generó un divorcio entre los gobiernos civiles y los militares. Divorcio que, al parecer, tuvo su cénit durante la toma del Palacio de Justicia, donde, según la comisión de la verdad, el presidente Belisario Betancur fue sólo un espectador del drama del holocausto.

"El Frente Nacional despolitizó pero encajonó a las Fuerzas Militares. El tema de la seguridad se volvió una caja negra", dice el analista de la Fundación Seguridad y Democracia Alfredo Rangel. Eso empezó a cambiar con la Constitución de 1991. La civilidad ha ganado cada vez más terreno en la institución castrense. Un ejemplo de ello es que actualmente la dirección de la justicia penal militar sólo investiga delitos cometidos en medio de la guerra, pero la Fiscalía aboca las violaciones de derechos humanos. Como si fuera poco, la dirección de la justicia militar está en manos de una mujer civil.

Otro ejemplo es que gran parte de la logística de las Fuerzas Armadas, que eran manejadas por los fondos rotatorios de los militares, ya está bajo el control y la gerencia de técnicos civiles adscritos al Ministerio. Algo que parecía imposible hace apenas cinco años, cuando la entonces ministra de Defensa, Marta Lucía Ramírez, intentó hacerlo, y se tropezó con la airada resistencia de la cúpula militar, que finalmente precipitó su salida de esa cartera.

Pero aunque este viraje se inició a principios de los 90, el gran catalizador de los cambios fue la internacionalización del conflicto, y en especial el Plan Colombia. "Este Plan nos ofreció la tecnología de punta de un Ejército moderno y poderoso, pero actuando dentro de las reglas y los principios democráticos universales", dice el general Freddy Padilla de León, comandante general de las Fuerzas Militares.

Al lado de la cooperación militar, el Plan Colombia tiene estrictas exigencias en derechos humanos. Baste recordar que a varios generales les fue retirada la visa de Estados Unidos, por mera sospecha de que tuvieran vínculos con paramilitares o narcotraficantes, a pesar de que la justicia no los ha condenado.

Al lado de las exigencias de los estadounidenses han estado los ojos siempre abiertos de la ONU y los europeos. O sea que mientras en el pasado los militares prácticamente no le rendían cuentas a nadie en cuanto a derechos humanos, ahora tienen decenas de organismos que producen informes detallados sobre cada combate, cada muerte y cada posible abuso. Tal como lo señaló el jefe del Ejército británico recientemente, "las guerras modernas se libran en el centro de atención de los medios de comunicación y a la sombra de los abogados internacionales".

Y es que sin duda la justicia internacional se ha convertido en un poderoso incentivo para el cambio. Casi la totalidad de las condenas que ha emitido la Corte Interamericana de Derechos Humanos contra el Estado colombiano, son por actuaciones de los militares. Mapiripán, El Aro y la Granja, La Gabarra, son apenas algunas de las sentencias donde los militares salen maltrechos por haber facilitado o ignorado que se estaban cometiendo estas masacres. Si a eso se le suma el temor que infunde la Corte Penal Internacional, es apenas obvio que en derechos humanos haya un viraje importante en las Fuerzas Armadas.

Pero quizás en el fondo de todo hay un asunto puramente estratégico: la doctrina militar cambió. Durante la Guerra Fría se creía que la población era a la guerrilla como el agua era al pez. Y que lo que había que hacer era quitarle el agua al pez. Ese pensamiento hizo que todos los países donde había insurgencia se llenaran de escuadrones de la muerte. Colombia no fue la excepción. Posiblemente los militares sólo seguían a pie juntillas lo que los manuales y los asesores de la época les decían. Y aunque nunca nadie escribió que el paramilitarismo era una política, por uso y costumbre se convirtió en eso, y la impunidad que existía permitió que el mal creciera como un cáncer por casi todo el país.

La nueva doctrina, que está consignada en el nuevo manual de contrainsurgencia del Ejército de Estados Unidos, se está aplicando juiciosamente en Colombia. La nuez de esa nueva cartilla es que hay que combinar muy bien las campañas militares con los aspectos económicos y políticos, pues el objetivo, más allá de derrotar al enemigo -que suelen ser el terrorismo y las mafias-, es asegurar la lealtad de los ciudadanos. Porque el punto de partida es que son guerras que se libran en países democráticos, y no en Estados colapsados, como en el pasado. Y donde la principal arma es la comunicación.

Este tipo de estrategia no requiere militares 'troperos' como los del pasado, que medían sus éxitos por la bajas que daban sus batallones, sino oficiales mucho más pensantes, que comprendan la realidad social y política en la que se mueven.

"La legitimidad es el centro de gravedad de la guerra. El pueblo quiere unas Fuerzas Militares victoriosas, pero transparentes. No queremos repetir la historia de naciones que al tiempo que obtuvieron la victoria, destruyeron sus Ejércitos", dice Padilla de León.

Entonces, ¿cómo juzgar el pasado para que se haga justicia y se conozca la verdad sin que eso ponga en peligro la exitosa ofensiva militar que vive Colombia?

Las Fuerzas Armadas enfrentan dos paradojas. La primera es que la verdad sobre los nexos entre militares y autodefensas que está saliendo a flote es necesaria para cerrar un capítulo nefasto del país, tanto como ha sido importante que se empiecen a destapar las ollas podridas de corrupción en el interior de muchas guarniciones y de la oficialidad. Contrario a lo que muchos piensan, estos mal llamados escándalos fortalecen a los militares en la medida que les dan mayor transparencia y legitimidad. Pero, paradójicamente, estas revelaciones llegan cuando se está librando todavía la guerra, y la legitimidad de las instituciones armadas es clave para darle un quiebre al conflicto.

La segunda paradoja, más difícil aun de resolver, es que sacar los trapos sucios al sol es necesario para conseguir la legitimidad, pero es innegable que la insurgencia y las mafias tratarán de sacar partido de estos procesos de verdad, para golpear la imagen y el respeto de la población en sus militares. Ese es el reto que se avecina y que las Fuerzas Armadas tendrán que resolver con más inteligencia que nunca.

Abrazo agridulce

Abrazo agridulce

La reunión de 'Iván Márquez' con el presidente Hugo Chávez fue agridulce. Muy agria porque les da oxígeno político a las Farc, y un poco dulce porque devuelve las esperanzas sobre el intercambio humanitario.
Ríos de tinta se han escrito sobre la contradictoria e impredecible realidad nacional. Pero poco tan sorprendente como lo que ha venido pasando con las Farc en los últimos meses. La foto del afectuoso abrazo de un jefe de las Farc con el presidente Hugo Chávez en las escalinatas del Palacio de Miraflores cuando aún está fresco el trauma que vivió la sociedad con el vil asesinato de los 11 diputados no deja de aterrar en Colombia. En la reunión, en la que por primera vez en la historia un Presidente extranjero se reúne con las Farc, estuvieron Chávez, el guerrillero 'Iván Márquez' y la senadora Piedad Córdoba.

De la reunión se sabe que fue tranquila y que también asistieron Rodrigo Granda y dos miembros de las Farc que hicieron parte de las comisiones relatoras del Caguán, y que harán de mensajeros entre el Presidente venezolano y el resto del Secretariado de las Farc. A pesar de que sigue habiendo discreción y hermetismo en torno a los avances, esa tarde se supieron por lo menos tres cosas importantes. Primero, que las Farc enviarán pruebas de supervivencia de los secuestrados. Segundo, que el próximo paso debería ser una reunión entre el jefe máximo de las Farc, 'Manuel Marulanda', y el presidente Chávez, en las selvas colombianas. Y tercero, que el Presidente de Venezuela le pidió a la guerrilla un gesto de buena voluntad para ese encuentro que podría ser la liberación de Clara Rojas y su hijo Emmanuel, la liberación de las mujeres, o de los enfermos.

El encuentro del jueves es un hecho histórico. Y puede ser el primer paso real hacia el intercambio humanitario. Aun así, la noticia no despertó la ilusión que se esperaba. Los colombianos, que han visto agotar todos los caminos posibles para que regresen los secuestrados, parecen escépticos hasta con este, el paso más importante que se ha dado.

La incredulidad de la opinión pública es el resultado de una larga experiencia que ha vivido el país en la que más que un interés humanitario genuino -para secuestrados injustamente confinados desde hace cinco y hasta 10 años en la selva-, lo que se juega es un calculado ajedrez político donde cada una de las partes se mueven de acuerdo con sus propios intereses.

Es así como surge una serie de interrogantes que enfrentan la dimensión humanitaria de la tragedia al muñequeo político. ¿Se convertirá la reunión entre 'Marulanda' y Chávez en un nuevo pulso que obstaculice el intercambio? ¿Tienen las Farc una estrategia definida de oxigenación política aprovechando esta jugosa coyuntura? ¿Convertirá Chávez su mediación humanitaria en una cortina de humo para desviar la atención sobre su perpetuación en el poder? ¿Tiene el gobierno colombiano el control real de la situación? ¿Hasta dónde cederá el presidente Álvaro Uribe?

Para empezar, las Farc entran ganando un oxígeno inesperado. Hasta hace pocas semanas el país todavía no se levantaba del golpe que significó el asesinato de los 11 diputados del Valle. Con este crimen la guerrilla no sólo ratificó su frialdad frente al drama humano de las familias, sino lo aislada que está de la sociedad colombiana que salió masivamente a repudiar estos asesinatos. Es así como del ostracismo político en Colombia en la era posterior al Caguán, a la condena internacional como grupos terroristas después del 11 de septiembre y a las recientes marchas de rabia con pañuelos blancos, se pasó en pocas semanas a que congresistas de Estados Unidos viajen a Caracas buscando sensibilizar a las Farc, a que el gobierno de Francia envíe un emisario para seguir de cerca las gestiones del presidente Chávez, y a que en Venezuela haya todo un despliegue en función de garantizar la visita de los guerrilleros.

Chávez quiere llevarle al presidente Sarkozy pruebas de supervivencia de Íngrid Betancourt el 20 de noviembre, cuando ambos mandatarios se encontrarán en Francia. No es descartable que los guerrilleros las entreguen a cambio de que Sarkozy promueva que las Farc sean excluidas de la lista del grupo terroristas de la Unión Europea. Y quién sabe qué más tajada política le podrían sacar a Sarkozy, el nuevo líder del Viejo Continente, si liberan a Íngrid Betancourt. Así no sólo recuperarían movilidad en Europa, que es su más importante retaguardia diplomática, sino que volverían a lavar su rostro frente al mundo, que los volvería a considerar como rebeldes levantados en armas contra un régimen, y no como un grupo terrorista dedicado en buena parte al narcotráfico y el secuestro.

A pesar de que el gobierno colombiano hizo mucho cabildeo para lograr que se incluyera tanto a las Farc como al ELN en estas listas, que vuelvan a salir de ellas es un asunto político que también se resuelve con cabildeo. Y en el fondo, que las guerrillas sean calificadas o no de terroristas no afecta sustancialmente las posibilidades de que se hagan acuerdos con ellas. Menos aun un acuerdo humanitario que, se sobreentiende, se hace en medio de la guerra.

Es previsible que las Farc también aspiren a conseguir el reconocimiento como fuerza beligerante con los gobiernos de Europa. Una aspiración de muchas guerrillas en los años 80, pero anacrónica hoy día. Especialmente porque Colombia es un país considerado democrático en la comunidad de las naciones, y porque las Farc tienen menos control territorial que nunca.

Que las Farc busquen oxigenarse políticamente es apenas lógico. Lo que enredaría realmente las posibilidades del intercambio es que intenten ganar ventaja militar cuando apenas se están dando los primeros pasos. Ya 'Iván Márquez' dijo el jueves pasado que la reunión de Chávez y 'Tirofijo' se debía hacer en los llanos del Yarí, donde está el corazón de la ofensiva del Plan Patriota. Lo que, según muchos observadores, implicaría una nueva solicitud de despeje, y un nuevo círculo vicioso de solicitudes imposibles y negativas tajantes. El jueves pasado quedó claro que la presión de las Fuerzas Armadas es tan fuerte en esta región, que el 'Mono Jojoy' no pudo llegar al Palacio de Miraflores, como estaba previsto. Por eso habría estado sólo 'Márquez' que, según la inteligencia colombiana, hace muchos años se refugia en el país vecino de manera clandestina.

También hay que leer entre líneas algunas de las frases que dijo 'Márquez' el jueves ante los periodistas. Dijo que serían 47 ó 50 los secuestrados que harían parte de un canje, y 500 guerrilleros. Lo primero quiere decir que los tres norteamericanos podrían hacer parte o no del intercambio. ¿Aspiran ellos a una negociación independiente con Estados Unidos? Esta es una posibilidad bastante improbable. Igualmente, hablar de una cifra de guerrilleros 10 veces mayor a la de los secuestrados hace que el partidor de la negociación sea absurdo.

Peor aun resultarían las cosas si, como teme el gobierno, las Farc usan este nuevo escenario para dilatar y liberar los secuestrados a cuentagotas mientras buscan menguar el impacto de las operaciones militares y su aislamiento político.

El otro que tiene una oportunidad de oro es el presidente Chávez. Si bien la reunión de esta semana no le sirve para distensionar la situación de Venezuela, pues el intercambio es un tema totalmente marginal en la agenda de su país, en el concierto internacional le viene como anillo al dedo en un momento en el que los ojos del mundo miran con preocupación las reformas que buscan atornillarlo a la silla presidencial eternamente, y dar pasos hacia un socialismo que si bien puede tener mucho de redistribución de la riqueza, desdeña el liberalismo económico y coarta el político.

Es previsible que Chávez se mantenga en el libreto que acuerde con Uribe, pues ese es justamente el camino que necesita para ganar legitimidad internacional. Con la reunión del jueves, Chávez puso las apuestas muy alto. Recibir a 'Márquez' en Miraflores es simbólicamente un gesto de gran confianza. Así como los abrazos y las palabras fraternas que le expresó. Si las Farc empiezan a dilatar el proceso, se quedaría, como Andrés Pastrana, junto a una silla vacía.

El problema es que a Chávez le interesa obtener resultados expeditos o, de lo contrario, tendría que abandonar sus gestiones. Y es ahí donde posiblemente su afán y el de Uribe divergen.

Aunque en la Casa de Nariño nieguen en coro que la situación del intercambio se le salió de las manos al gobierno, tampoco se puede ocultar el nerviosismo que produce en el alto gobierno ver a 'Iván Márquez' paseándose por Caracas como cualquier paisano. Con pruebas de supervivencia en París y Washington, el tema se internacionaliza aun más, y el gobierno se ve ante más presión y con menos margen de maniobra.

De igual manera, la reunión entre Chávez y 'Marulanda' es un 'chicharrón' por donde se le mire. Ya 'Iván Márquez' insinuó en la rueda de prensa que el encuentro sería de 'comandante' (Chávez) a 'comandante' ('Marulanda'). Una simetría que nunca en la historia las Farc han logrado. Adicionalmente, al gobierno colombiano le queda imposible, por razones de soberanía y manejo de asuntos internos, autorizar un encuentro entre Chávez y 'Tirofijo' en Colombia. Se deben ingeniar otras fórmulas.

Por fuera de todo este ajedrez, como siempre, están los familiares de los secuestrados, que se aferraban cada vez a esa última esperanza que parece ser el presidente Hugo Chávez. Esperanza que renació con el encuentro en el Palacio de Miraflores y que queda en suspenso, por lo menos hasta el 20 de noviembre, cuando se sepa si hay pruebas de supervivencia de Íngrid Betancourt y los demás secuestrados, si habrá gesto de buena voluntad y si realmente este es el primer paso hacia un intercambio que a veces parece no tener fin.

Preocupación en el Valle por asesinato de dos sindicalistas en los últimos tres días

Noviembre 7 de 2007

Preocupación en el Valle por asesinato de dos sindicalistas en los últimos tres días

Ayer asesinaron en Cartago a una docente, quien hacía parte del Sutev en ese municipio. El Gobernador pidió a las autoridades acelerar las investigaciones para encontrar a los responsables.

La educadora Mercedes Consuelo Restrepo Campo recibió varios disparos ayer al medio día cuando se encontraba cerca de la sede educativa San Juan Bosco, en el barrio San Vicente de Cartago. Murió al instante.

La educadora completaba 30 años como docente y desde hacía cuatro años pertenecía a la subdirectiva del Sutev (Sindicato de Trabajadores de la Educación del Valle) donde se desempeñaba como secretaria de Asuntos de Mujer, Niñez y Familia.

Con sus compañeros de la subdirectiva había encabezado las denuncias, en mayo pasado, sobre posibles irregularidades en el manejo de los recursos municipales de la educación en Cartago.

En la pasada campaña electoral estuvo muy activa apoyando las candidaturas del Polo Democrático Alternativo a la alcaldía de Cartago y a la asamblea del Valle.

El pasado lunes fue asesinado en el municipio de La Victoria Jairo Alcides Giraldo, el presidente del sindicato de las empresas Grajales, quien se alistaba para viajar a Estados Unidos a defender la firma del TLC.

"Como Gobernador del Valle quiero ser muy enfático en rechazar y condenar estos dos crímenes cometidos contra dirigentes sindicales, pues su ocurrencia, en tan poco tiempo, empieza a llenar de zozobra a las organizaciones sindicales del departamento", dijo el gobernador Angelino Garzón.

El mandatario recordó que la acción sindical está amparada como un derecho universal y dijo que quien pretenda acallar la voz de estos dirigentes, no sólo viola el más sagrado derecho humano, como es el de la vida misma, sino que atenta contra un grupo inmenso de trabajadores que encuentran en la organización una forma pacífica y democrática de resolver las diferencias al interior de sus empresas, organizaciones o en la sociedad misma.

"Hago un llamado a las autoridades de Policía , a los organismos de inteligencia y justicia del Estado para que se aceleren las investigaciones pertinentes en ambos casos y se aclare si existe un plan macabro contra los líderes sindicales, de manera que podamos trabajar juntos para garantizar la debida protección a los mismos y al ejercicio de este derecho", dijo Garzón.

Iván Márquez, el parlamentario, el guerrillero, el delegado

Iván Márquez, el parlamentario, el guerrillero, el delegado

El nombre real del guerrillero que en las últimas horas se encontró con el presidente Hugo Chávez es Luciano Marín. Es considerado uno de los más radicales dentro de la línea política de las Farc.
¿Quién es Iván Márquez, el guerrillero de las Farc que se reunió con el presidente Hugo Chávez en el Palacio de Miraflores? Su nombre de pila es Luciano Marín. Reemplazó a Efraín Guzmán en el Bloque Caribe, aunque ingresó al secretariado de las Farc después de la muerte de Jacobo Arenas, en 1990, en su reemplazo. Se caracteriza por ser un líder ideológico y figura internacional y es considerado uno de los más radicales dentro de la línea política.

Lidera el Bloque Caribe de las FARC; llegó a esa posición después del fallecimiento de Efraín Guzmán. Este último fue uno de los fundadores tradicionales de la agrupación guerrillera, pero es en la sexta conferencia de la guerrilla, cuando es nombrado comandante del Frente 5 de las Farc, que opera en la zona del Urabá. Llegó a la zona en 1978 a los 40 años, fue conocido con el alias del ‘Camarada Nariño’ y reemplazó a Alberto Martínez, quien fue muerto en combate meses antes.

Según el Observatorio del Conflicto Armado de la Corporación Nuevo Arco Iris, desde ese momento empezó a comandar el Frente 5 de las Farc y se hizo conocer con el nombre de Efraín Guzmán. De inmediato inició el crecimiento del frente, y tres años más tarde se desdobló del mismo, el frente 18, para luego formar igualmente el frente 34. Tiempo después el frente 18 dio nacimiento a los frentes 35, 34 y 57, este último uno de los más activos, el cual se encuentra al mando de un guerrillero identificado con el alias de ‘Becerro’. Por último, del frente 5 también salió el frente 58.

Los últimos días de Efraín Guzmán los dedicó al Bloque Caribe de las Farc, del que se convierte en su máximo representante. Allí figura como segundo al mando Iván Márquez. Con la muerte de Guzmán, en 2003, Iván Márquez pasa a ser el máximo comandante tanto del Bloque Caribe como del José María Córdoba, algo poco visto en el grupo armado.

Iván Márquez se vinculó a las Farc en la década de los 80, después de cursar algunos estudios universitarios. Nació en 1955 en Florencia (Caquetá), de donde se desplazó a la zona norte del país y donde hoy comanda los dos bloques anteriormente mencionados.

Es una de las figura más conocidas de las Farc por la sociedad colombiana, de hecho, estuvo militando en la Unión Patriótica y fue representante a la Cámara por este movimiento político, pero una vez se inició el genocidio o exterminio del grupo político, se desplazó hacia las cordilleras y de ahí en adelante se convirtió en una de sus máximas figuras de la guerrilla.

Con Rodrigo Granda

Iván Márquez informó en la tarde de este jueves que no viajó ningún otro miembro de este grupo insurgente a Caracas, que estuvo en compañía de Rodrigo Granda.

Rodrigo Granda o alías ‘Ricardo’ es miembro de la comisión internacional de las Farc, y en el momento de su captura pertenecía al Estado Mayor Central de la organización. Nació en 1949, en el municipio de Frontino, en Antioquia. Hacia 1971 se radicó en Bogotá, donde se conectó con sindicatos, organizaciones comunales y el Partido Comunista. Después del nacimiento de la Unión Patriótica, ingresó al movimiento armado, huyendo de la violencia desatada contra el grupo político. Luego del genocidio de la UP, Granda y otros destacados miembros de agrupaciones de izquierda decidieron ingresar a la guerrilla, e igualmente escalaron posiciones y durante la década de los 90, más concretamente a finales, ingresó al Estado mayor Central. Estaba en la cárcel, de donde sorpresivamente fue liberado por orden del presidente Álvaro Uribe. Se marchó para La Habana (Cuba) y ahora resultó en Caracas.

Iván Márquez, miembro del Secretariado del grupo guerrillero, se reunió en el Palacio de Miraflores con el presidente venezolano

Iván Márquez, miembro del Secretariado del grupo guerrillero, se reunió en el Palacio de Miraflores con el presidente venezolano. Quedó claro que las Farc no ceden en el tema del despeje y que ahora consideran vital una reunión Chávez-‘Tirofijo’, en los Llanos del Yari, de “comandante a comandante”.

Por fin se produjo el encuentro entre el Presidente de Venezuela y las Farc. Hubo avances, pero también se dieron pasos atrás. Veamos: los optimistas consideran que la cita es positiva porque mientras se esté hablando, hay posibilidades de seguir en el proceso para buscar la libertad de los secuestrados. En cambio, los escépticos se reafirman en la inmovilidad de las Farc: no ceden en el tema del despeje. Y en eso hasta ahora el Presidente colombiano también se ha mostrado inflexible. No retirará la Fuerza Pública ni en “un centímetro del territorio colombiano”. Quienes tienen poca fe también llaman la atención por el hecho de que las Farc ahora le sumaron otro ingrediente inédito: la necesidad de un encuentro entre el Presidente de Venezuela y su comandante ‘Tirofijo’ en los llanos del Yarí. Un elemento que seguramente tampoco será fácil de sortear. Esto es, a grandes rasgos, lo que pasó este jueves.

Ahora miremos los detalles. El presidente de Venezuela, Hugo Chávez Frías, reveló en el interior del propio Palacio de Miraflores, en una rueda de prensa, que espera que “antes” de su próxima reunión en París con su colega francés, Nicolas Sarkozy, pueda tener en sus manos “pruebas de vida” de los secuestrados por las Farc. Se trata de que le entreguen estas pruebas de las casi 50 personas –entre ellos Íngrid Betancur, Clara Rojas y su bebé nacido en la selva– para llevárselas a su colega a la Ciudad Luz.

Por su parte, el portavoz de las FARC, Iván Márquez, miembro del Secretariado, dijo que “una cumbre ‘Marulanda’-Chávez en el Yarí (en lo profundo de la selva colombiana) puede remover los inamovibles” y facilitar el proceso de canje de los rehenes del grupo guerrillero por unos 500 guerrilleros que se encuentran ‘en las cárceles del régimen’”.
La eventual reunión de Chávez y ‘Marulanda’ “depende mucho del presidente (colombiano, Álvaro) Uribe”, señaló la facilitadora del proceso y senadora colombiana Piedad Córdoba, quien siempre se mostró cauta ante los periodistas.

El anuncio se produjo poco después concluir la segunda reunión con Luciano Marín Arango, conocido como “el comandante Iván Márquez”, emisario de esa guerrilla que desde comienzos de la semana se encontraba en Venezuela. “Llegué hace unos pocos días”, dijo en un tono tranquilo y con un ligero acento venezolano. Desde hace varios meses los organismos de inteligencia de seguridad del Estado afirman que Márquez se esconde en Venezuela en un hecho que no ha sido confirmado oficialmente.

En el centro de Caracas

Chávez, el portavoz del grupo guerrillero y la senadora se reunieron en el palacio presidencial de Miraflores, en el centro de Caracas, para conversar sobre el canje humanitario en Colombia, y en la tarde de este jueves hablaron con la prensa.

“Le mando a decir a ‘Marulanda’ que ojalá antes de mi llegada a París”, lo que está previsto para el próximo 20 de noviembre, “pueda llevar la fe de vida” de los rehenes considerados canjeables por las Farc. Es decir que en menos de dos semanas, la guerrilla tiene que reunir las pruebas y hacérselas llegar a Caracas para que éste la lleve a París.

Pero, ¿cuáles son los antecedentes de este publicitado encuentro? Chávez y Córdoba facilitan desde mediados de agosto pasado, con el visto bueno del Presidente Uribe, el proceso para lograr el intercambio humanitario.

En este proceso los avances para las familias de las víctimas hasta ahora son importantes pero necesitan más. Algunos de ellos tienen a sus seres queridos sin verlos desde hace casi una década. Esa misma esperanza de tener las pruebas de vida antes del 20 de noviembre se la transmitió Chávez a un emisario del gobierno francés, que identificó como “Noel”, sin más precisiones, en otra reunión también en la mañana de este jueves, en la que también participaron el delegado de las Farc y la senadora Córdoba, según informó el propio gobernante.

Pruebas en medio de los combates

Chávez recordó que “el comandante Marulanda dio las órdenes de entregar la fe de vida” de los rehenes “y ahora falta que se venzan las dificultades” para ello, entre las que mencionó los combates armados en la zona selvática donde supuestamente se encuentra el jefe máximo de las Farc.

También señaló que Marulanda le reiteró, a través de su enviado, la “invitación” para “ir para allá (Colombia)” y sostener una reunión.
“Quisiéramos tener aquí a Maralunda (...) Marulanda tiene en su agenda a Chávez, Chávez tiene en su agenda a Marulanda, faltaría cuándo, cómo y dónde”, manifestó el mandatario venezolano.

Entonces fue cuando Márquez mencionó el Yarí. Esta región está ubicada en el departamento colombiano de Vichada, un inhóspito territorio selvático fronterizo con Venezuela y Brasil, en donde “está Marulanda”, sostuvo el guerrillero, quien insistió en la necesidad de despejar de militares una zona del suroccidente colombiano para desarrollar gestiones humanitarias en este caso, una condición que Uribe ha rechazada repetidamente con vehemencia. Para el insurgente, el hecho de que Uribe no acceda a esta petición es una “simple cortina de humo”

Optimismo y gran fe

Chávez informó que en la reunión de este jueves y en las “de ayer y anteayer” con el enviado de las Farc se ha “avanzado”, y expresó su “optimismo” y “gran fe” en el éxito del proceso de mediación que “apenas comienza”. “Habrá más reuniones, habrá cuantas reuniones haga falta para lograr la meta” de concretar el canje humanitario, afirmó el presidente venezolano.

Por su parte, Iván Márquez señaló que planteó al jefe de Estado venezolano que “con una reunión Marulanda-Chávez” en el Yarí encontrarán una fórmula de solución al canje humanitario.

El portavoz guerrillero explicó que debe ser en la zona de El Yarí porque “allí se encuentra Marulanda dirigiendo los combates contra el plan Patriota”, una ofensiva militar del Estado colombiano que, según Márquez, es desarrollada por “el Comando Sur de Estados Unidos”.

“Estamos en una zona de confrontación muy intensa, estamos resistiendo (...) nos toca laborar en medio de bombardeos intensos, en esas condiciones tenemos que producir las pruebas de supervivencia” de los rehenes, apuntó el enviado de las Farc.

Ingrid está viva

Al ser preguntado sobre si Betancourt, que también tiene nacionalidad francesa, está viva, Iván Márquez respondió que “por supuesto que está viva”. Por su parte, Córdoba destacó la importancia de la reunión del representante de las Farc y Chávez, porque “se abre una puerta muy importante, muy serena” para el avance del proceso de canje humanitario.

“Es la primera vez que se habla con mucha seriedad (...) sobre las pruebas de vida de todos” los rehenes, no sólo Betancourt, sino los tres estadounidenses y los colombianos, expresó.

Respecto a un posible encuentro entre representantes de la Farc y el alto comisionado para la Paz, Luis Carlos Restrepo, la senadora dijo que se podría concretar “una vez tenga claro tanto la mediación como la facilitación los elementos que hemos estado estudiando para que se puedan sentar las dos partes”.

El gobernante, que recibió de su par colombiano, Álvaro Uribe, el aval para recibir a un delegado de las Farc en Venezuela, afirmó que la reunión fue de “exploración”. “Estamos tratando de armar las piezas, un mapa, de (hallar) una salida. Yo tengo mucha fe, pongo primero mi voluntad en Dios y la buena fe de las partes para lograr el acuerdo humanitario”, indicó