miércoles, 8 de agosto de 2007

Agosto 6 de 2007 -
Prostitutas son reclutadas por paramilitares en Putumayo y sometidas a maltratos
Son más de 80 jovencitas que permanecen secuestradas en la zona, cinco de las cuales habrían sido asesinadas, en situaciones que inicialmente hicieron pensar que se trataba de hechos aislados.


La Fiscalía y la Policía en Puerto Asís llevan la investigación. Según evidencias recolectadas por los investigadores, los asesinatos se produjeron con arma blanca y los cuerpos fueron abandonados en las carreteras de la zona de La Hormiga, Orito y otras poblaciones del Putumayo en las que la coca y la violencia todavía campean.

El hecho fue confirmado por María, una de las jóvenes prostitutas -la mayoría no pasa de los 23 años- que viajan a la región con la ilusión de ganar mucho dinero, pero terminan siendo explotadas, maltratadas y no pueden regresar porque desde que llegan les cobran 'multas' por todo y hasta que no paguen hasta el último centavo no quedarán libres.

"Cuando llegamos nos trataron como reinas. Con el pasar de los días simplemente éramos las putas del pueblo. Y hoy no solo somos sus rehenes sino sus víctimas: los muchachos ('paras' no desmovilizados y los de las nuevas bandas) ya mataron a unas cinco compañeras".

María tiene 20 años, es mona, hizo hasta tercero de bachillerato y, riéndose, dice con acento paisa que es "muy sexi". "Como dicen por ahí, ahora puedo contar el cuento de milagro, porque me salvé".

Las jóvenes (algunas menores de edad) son contactadas a través de mujeres que trabajan de la mano con los 'paras', especialmente en Cali, Medellín, Popayán, Armenia, Pereira, San José del Guaviare e Ibagué.

"Nos dicen que es una gran oportunidad porque allá está la coca y hay mucha 'rama' (plata) y los manes la dejan en los prostíbulos -le contó María a EL TIEMPO-. Que ensayemos una o dos semanas y si nos aburrimos nos devolvemos. Pero mentira, hay amigas que llevan más de 6 meses y no las dejan salir, nos tienen secuestradas y amenazadas".

Dice que desde que llegan están endeudadas porque ya deben lo de los pasajes en bus y una muda de ropa que les tienen lista.

Cuando llegan, dice, las distribuyen en prostíbulos de La Hormiga, algunos legales y otros clandestinos. Un grupo parte hacia Orito y "las menos atractivas", dice María, "van para otros pueblos de más adentro".

Son recibidas por unas 'matronas' que, al mejor estilo de la mafia Yakuza japonesa les quitan los documentos para que no escapen. "Nos dicen que es para que no los botemos o por si llega la Policía".

"Después llegan los paracos con pistolas y dicen que ellos son los que mandan. Que tenemos que portarnos bien, que nada de vicio ni peleas".

Lo peor, dice María, es que no se ve el dinero porque empiezan las multas. "100 mil para la que no quiera trabajar esa noche, 50 mil por no levantarse, así esté borracha, 20 mil a la que se asome a la puerta, 20 mil si se demora en la calle más de 10 minutos, 20 mil a la que no reclame la comida que preparan allá, 50 mil si uno no se quiere acostar con alguien. Todo son multas".

Y con esas sanciones llegan los problemas.

"En una noche, si le va a uno bien le quedan unos 120 mil pesos los fines de semanas. Hay días que no llegan sino unos 10 clientes y somos muchas, por las que hay unas que pasan en blanco.

Deben hasta $ 4 millones

"Y eso de que dejan mucha plata no es así... Pero lo que si llegan son a diario las multas y en un mes uno llega hasta deber un millón o más. En estos meses compañeras han llegado a deber hasta 3 o 4 millones. ¿Así cuándo se van a poder ir?", pregunta María.

Solo una tarde en la semana las dejan salir al río o al pueblo, pero siempre están vigiladas.

Viven en el mismo sitio en piezas muy pequeñas que ocupan dos o tres mujeres. No hay ventilador, tampoco en las habitaciones que utilizan para trabajar. Y eso que en esta zona el termómetro fácilmente se estaciona en los 38 grados centígrados.

Algunas tienen televisor y allí se reunen para distraerse un poco. "Hay mucha marihuana, coca y licor. En eso también se va el tiempo", explica.

María dice que por lo menos 80 de sus compañeras han pensado en irse, pero recuerdan las advertencias de los 'paras': " Se pueden ir cuando paguen todo lo que deben y si van a volarse aténganse, no vaya a ser que terminen tiradas en el monte".

Hace unos meses se reunieron 12 jóvenes, entre ellas María, para escapar. "Pero nos sapiaron, íbamos a salir en grupos de a tres, y a las primeras las agarraron y las mataron saliendo del pueblo. No se supo más de ellas. Otra, que no apareció, dicen que la enterraron en el patio de una casa".

Una trampa con 30 años de uso

Blanca Rodríguez fue la primera mujer recuperada por la Fundación Vida Nueva, que se dedica a ayudar a las trabajadoras sexuales. Ahora es coordinadora de esa institución.

Ella dice que esa modalidad de esclavitud es un problema que viene de muchos años: "Eso es de toda la vida. Yo fui una de las que 'vendieron' y engañaron. Eso fue como en 1983. Me llevaron diciéndome que tendría mejor vida. A uno le dan comida y le regalan una pantaloneta, pero cuando se quiere ir le dicen: 'me paga todo lo que le hemos dado y si no, no se va".

Para ella, esa práctica es un secuestro. "Una vez en Acacías me intenté volar y me dieron una tunda y me amarraron durante 8 días", contó.

Afirma que lo más importante es que las autoridades sepan que se está presentando un maltrato y violación de los derechos de las mujeres. "Necesitamos ayuda de las fundaciones. El Gobierno debe tomar de verdad algunas determinaciones", explica.

Blanca agrega que las jóvenes tienen que aprender a no dejarse engañar cuando les prometen una mejor vida, y deben buscar apoyo en sus padres y familia: "Nadie conoce esa realidad del país, que pasa hasta en las capitales".

'Nos tocaba castigarlas'

Un desmovilizado que hacía parte del grupo que manejaba a las trabajadoras sexuales confirmó a este diario la situación de estas mujeres.

"La orden es controlarlas. Las que piensan en volarse se les advierte que no van a llegar más allá de El Tigre y que si se dejan pescar se bajan del bus o del carro".

También cuenta que las que pelean, roban o 'meten vicio' son castigadas. "Delante de todas se les bajan los pantalones y se les pega con un machete".

El ex 'para' dice que la única manera para que salgan es que "les den un paz y salvo" y paguen lo que deben. "Muchas lloran y dicen que están desesperadas, que quieren visitar a sus familias, pero la orden la tenemos que cumplir".

'Me golpearon y me violaron'

Otra mujer que logró escapar, como María, le dijo a la Fiscalía que en los prostíbulos de los pueblos cocaleros "se reúne esa gente" y que una noche un jefe 'para' la sacó del cabello porque creía que se iba a volar. "Les dijo a otros tres que me hicieran lo que quisieran -contó-. Me sacaron del pueblo y me violaron. Después me cogieron a patadas. Estaban tan drogados y borrachos que me escapé por el monte. Estaba embarazada y casi pierdo el bebé. Nació de 7 meses y se está recuperando".

JAIRO FIDEL LOZANO
Enviado especial de EL TIEMPO
Puerto Asís (Putumayo)

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