lunes, 21 de abril de 2008

Colombia: denuncian nexo narco-poder




Silvia Otero
El Universal
Jueves 17 de abril de 2008

silvia.otero@eluniversal.com.mx

Los narcotraficantes colombianos lograron someter al Estado para mantener el poder en su país a lo largo de dos décadas.

Asociados a sus operaciones aparecen nombres como los de los ex presidentes César Gaviria o Ernesto Samper, por los privilegios que concedieron a capos como Pablo Escobar o a través del financiamiento de una campaña presidencial, como piezas que forman parte de la historia de estas mafias.

Así lo revela el testimonio de Andrés López López, ex integrante del cártel del Norte del Valle —hoy el más poderoso de Colombia—, quien después de entregarse en 2001 a la justicia de Estados Unidos, desde una prisión reconstruyó, en su libro El cártel de los sapos, los episodios de la lucha de los narcos colombianos, sus negociaciones con personajes del gobierno, venganzas, crímenes, y hasta el momento en que algunos optaron por la prisión o fueron detenidos, cediendo la estafeta del poder.

Aunque la obra no sólo habla de los mandatarios del pasado. El autor critica al actual gobierno de Álvaro Uribe, por pactar con las autodefensas —los grupos armados que nacieron para enfrentar a la guerrilla colombiana, y con el tiempo también se convirtieron en narcotraficantes sanguinarios—, que se aliaron con los cárteles de Medellín, Cali y del Norte del Valle, a quienes hoy se da trato de excepción.

Señala que “las autodefensas encontraron a su mejor aliado en el presidente con más aceptación y popularidad. El presidente Uribe conocía a los comandantes de las autodefensas desde la época en que fue gobernador de Antioquía”, y a pesar de que hoy todos los comandantes paramilitares contaban con pedidos de extradición por narcotráfico, entraron en un proceso de paz que los ha exonerado de ser entregados a Estados Unidos.

La reconstrucción de la historia de los cárteles colombianos inicia precisamente con un pasaje similar de las negociaciones entre capos y el gobierno, a través de Pablo Escobar, el líder del cártel de Medellín, quien logró tener “un poder que se sintió capaz de desafiar al propio Estado” y que inició su lucha contra la extradición a Estados Unidos en una campaña que entre 1989 y 1993 desató el “narcoterror” traducido en atentados, secuestros y asesinatos, hasta que “logró arrodillar al gobierno”.

El autor asegura que durante la gestión de César Gaviria se dio, “tras un año de negociaciones secretas, la expedición y posterior modificación de decretos presidenciales que tenían como único objetivo adaptar las leyes a los caprichos de Escobar”, hasta lograr que en 1991 la Asamblea Constituyente aboliera la extradición.

En 1994, con la muerte de Escobar, los jefes del cártel de Cali intentaron negociar con Gaviria, pero a éste no le convenía un nuevo escándalo que lo ligara al narco, pues estaba en la antesala de la Secretaría General de la Organización de Estados Americanos.

Llegó el turno para negociar con el futuro presidente, asegura el autor. Los líderes del cártel de Cali lograron reunir 6 millones de dólares con los que financiaron la campaña de Ernesto Samper, un vínculo que desataría un nuevo escándalo ante la existencia de las negociaciones de colaboradores cercanos del mandatario con los capos de la droga.

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