Hambre y tuberculosis afectan a indígenas sitiados por cerco armado en Sierra Nevada de Santa Marta
Desmovilización de los hombres de Hernán Giraldo y 'Jorge 40' no mejoró la vida en la zona: no solo hay 'paras' activos, sino que la guerrilla se ha afianzado allí.
Los subversivos se roban el producto de los cultivos y las aves de corral, y los paramilitares hacen retenes e impiden subir alimentos.
El año pasado, tres kogui murieron a causa de la tuberculosis, que no ha podido ser frenada. Según la IPS Gonawindua, que atiende a los indígenas en el Magdalena, los infectados son 251.
La comunidad está confinada en la región de Pueblo Viejo y los ríos Ancho, San Miguel y Garavito.
Cuando todavía no estaban tan cercados por paramilitares y guerrilleros, subieron con funcionarios del Ministerio de la Protección para que conocieran la situación, pero hasta el momento no ha pasado nada.
"Queríamos montar un sitio especial de atención, donde los enfermos pudieran recibir ayuda, y aún estamos esperando", afirma el líder indígena Danilo Villafañe.
Por miedo a la propagación de la enfermedad, varias fincas y pequeños caseríos han quedado solos, aunque los que han salido no han podido ir muy lejos, por la presencia de los grupos armados.
La escasez de comida también tiene contra la pared a los cerca de 42.000 koguis, wiwas, arhuacos y kankuamos que hay dispersos en los 17 mil kilómetros de las empinadas montañas de la Sierra.
"No sabemos qué va a pasar", dice Villafañe, preocupado por la supervivencia de sus hermanos. Sus territorios y los de los colonos siguen siendo usurpados por 'paras' y los combates entre estos, guerrillas y Ejército los tienen confinados.
"Queremos que nos dejen solos, que salgan todos de nuestras tierras", clama el gobernador del resguardo arhuaco, Rogelio Mejía.
La Primera División del Ejército asegura que gracias a la llegada del Batallón de Alta Montaña ha mejorado la seguridad en la zona.
La persecución del Estado obligó a las Farc a replegarse en la parte alta, justo en el resguardo kogui. Es tal el amedrantamiento de los guerrilleros, que algunos mamos que han logrado salir solo claman auxilio.
Pero ni sus súplicas ni las recomendaciones de Pastoral Social, que ha estado al tanto de la crisis, han logrado mejorar la vida de los indígenas.
Veinte siguen desaparecidos. En el 2005, cuando avanzaba la desmovilización, 'paras' cometieron 54 de 120 asesinatos, las amenazas se acrecentaron y no se han hecho efectivas medidas cautelares de protección decretadas por la Comisión Interamericana de Derechos Humanos.
¿Roces entre comunidades?
Tradicionalmente se ha dicho que los pueblos indígenas de la Sierra Nevada de Santa Marta son una sola familia y que las diferencias en vestido, casas y lengua no aleja a koguis, wiwas y arhuacos.
Pero el capitán Francisco Ospina Navia, estudioso del tema, dice que los verdaderos descendientes de los Taironas son los koguis, herederos del Valle entre los ríos Guachaca y Palomino (Magdalena).
"Los Arhuacos son herederos del valle de Nebausimake (Cesar), con otra lengua, tradición, cultura", afirma en un artículo. Dice que los Arhuacos llegaron a Magdalena, desplazaron a los Koguis y se han "apropiado de inmensas extensiones de tierra".
El líder arhuaco Rogelio Mejía y el wiwa David Gil responden que de esta cultura ancestral descienden todos con la misión común de proteger la tierra, a través de los pagamentos de los mamos.
SANTA MARTA
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