martes, 16 de octubre de 2007

"El narcoestado soñado por Escobar tiene más vigencia que nunca"

REPORTAJE: Narcotráfico en Colombia
"El narcoestado soñado por Escobar tiene más vigencia que nunca"
Virginia Vallejo, ex amante del capo de la droga, arremete contra el presidente colombiano, Álvaro Uribe, desde su refugio
FRANCESC RELEA - Miami - 14/10/2007

La figura del narcotraficante Pablo Escobar, abatido hace 14 años, sacude todavía a la clase política colombiana. Virginia Vallejo, de 57 años, novia-amante durante más de un lustro del jefe del Cartel de Medellín, la organización criminal más poderosa que ha actuado en Colombia, ha roto un largo silencio para hablar del pasado y el presente de su país. "El silencio me salvó. Soy el único superviviente, los demás están muertos", dice. En el libro Amando a Pablo, odiando a Escobar (Random House Mondadori), Vallejo arremete contra destacados líderes políticos a quienes atribuye estrechos vínculos con el gran capo de la droga.

Refugiada en Estados Unidos a la espera de obtener asilo político, Virginia Vallejo concedió una larga entrevista a EL PAIS, la primera desde su salida de Colombia hace más de un año. Desaparecida de escena desde hacía más de una década, en la que proliferaron chismes y rumores de la peor especie, la presentadora de televisión, reportera, modelo y actriz vuelve a la palestra como un testigo incómodo para los políticos colombianos. El presidente, Alvaro Uribe Vélez, se ha apresurado a rechazar las acusaciones del libro de Vallejo.

"El narcoestado soñado por Pablo Escobar tiene hoy más vigencia que nunca en Colombia", dice la diva de los años 80. "Los narcotraficantes prosperaron en Colombia no porque fueran unos genios, sino porque los presidentes eran muy baratos", dice Vallejo, y menciona tres nombres como los narcopresidentes: Alfonso López Michelsen, Ernesto Samper y Álvaro Uribe.

Del actual presidente de Colombia, Álvaro Uribe, Vallejo dice que el jefe del Cartel de Medellín lo idolatraba. Asegura que el gobernante, en su etapa de director de la Aeronáutica Civil (1980-1982) "concedió docenas de licencias para pistas de aterrizaje y centenares para los aviones y helicópteros sobre los que se construyó toda la infraestructura del narcotráfico".

"Pablo solía decir: 'si no fuera por este muchacho bendito tendríamos que estar nadando hasta Miami para llevar la droga a os gringos. Ahora, con nuestras propias pistas no nos para nadie. Pista propia, aviones propios, helicópteros propios...' Sacaban la mercancía hasta Cayo Norman, en las Bahamas, cuartel de las operaciones de Carlos Lehder, y de allí a Miami, sin problemas". Virginia Vallejo está dispuesta a defender públicamente y ante un detector de mentiras todo lo escrito y declarado.

Fueron los años dorados de Pablo, los Ochoa, Gonzalo Rodríguez Gacha el Mexicano, Lehder.

Transportaban hasta 300 kilos de cocaína por hora y día. Estaban en el lugar perfecto a la hora perfecta, aunque al final todos tuvieron un destino trágico. En tres años estos tipos pasaron de ser lijadores de lápidas, desvalijadores de automóviles, a tener fortunas de 3.000 millones de dólares. "Cuando conocí a Pablo no sabía que tenía tanto dinero. Me enteré por las revistas Forbes y Fortune que lo situaban como el séptimo hombre más rico del mundo", comenta Vallejo.

Otro episodio que ilustra los supuestos vínculos entre Uribe y Escobar es la muerte de Alberto Uribe Sierra, padre del presidente, en 1983, a manos del quinto frente de la guerrilla de las FARC. "Pablo quería mucho a Alvarito", explica la ex novia de Escobar. "Cuando las FARC mataron al padre de Uribe en un intento de secuestro, Pablo les envió un helicóptero para recoger los restos. El hermano, Santiago, se estaba desangrando. Se encontraban en una hacienda lejana de Medellín, donde no había ni helicópteros ni infraestructura aeronáutica de ningún tipo. Pablo dio la orden de enviar el helicóptero. Me lo contó unos días después. Sintió mucho aquella muerte. Estaba muy triste. Me dijo: 'Quien crea que esto es un negocio fácil, está muy equivocado. Esto es un reguero de muertos. Todos los días tenemos que enterrar amigos, socios y parientes. Me dijo que él también podía ser uno de los muertos, y me preguntó si estaría dispuesta a escribir su historia'".

Según el National Security Archive, un grupo de investigación no gubernamental basado en la George Washington University, Álvaro Uribe fue un amigo cercano de Pablo Escobar, que colaboró con el Cartel de Medellín. El mismo grupo de investigación difundió una lista de los narcotraficantes colombianos más importantes en 1991, elaborada por los servicios de inteligencia estadounidenses, en la que Escobar ocupaba el puesto 79 y Uribe el 82.

Antes de escapar de Colombia, Virginia Vallejo intentó dar su testimonio en el juicio contra el ex ministro de Justicia Alberto Santofimio, acusado de ser el inductor del asesinato del candidato presidencial liberal Luis Carlos Galán, en 1989. "Mi testimonio habría involucrado a toda la clase política de Colombia", asegura. Sospechosamente, la etapa de exposición de pruebas se cerró con una rapidez inusual, y la declaración de Virginia Vallejo se difundió en televisión pero no se incorporó al sumario. Santofimio fue condenado el jueves pasado a 24 años de prisión por homicidio con fines terroristas.

La planificación y financiación del crimen fueron atribuidas a Pablo Escobar, jefe del Cartel de Medellín. Según la antigua novia del narcotraficante, Santofimio era el candidato de Escobar para las elecciones presidenciales y el enlace del capo con los jerarcas del Partido Liberal, "sobretodo con el ex presidente López Michelsen, el hombre más poderoso de Colombia hasta el año pasado, cuando murió a los 94 años".

Vallejo asegura que en su presencia "Santofimio instigó por lo menos en tres ocasiones a Pablo

a eliminar a Luis Carlos Galán". "Lo conté en julio pasado al diario Miami Herald. A los pocos días, el diario El Tiempo y el Partido Liberal cerraron filas en torno a Santofimio, para proteger al hombre que conoce el precio de toda la clase política de Colombia".

Virginia Vallejo huyó de su país con ayuda norteamericana. A las 6 de la mañana del 18 de julio de 2006, tres vehículos blindados armados con ametralladoras de la Embajada de Estados Unidos en Bogotá la trasladaron desde su casa al aeropuerto. Poco después un avión de la DEA, la agencia antidrogas de EE UU, despegaba rumbo a Miami. "Fui a la Embajada de EE UU, me reuní con el agregado del Departamento de Justicia, Jerry MacMillan, a quien ofrecí cooperación en el juicio a los hermanos Rodríguez Orejuela , que iba a empezar seis semanas después en Estados Unidos. El funcionario abrió sus ojos como platos cuando oyó que era amante de Escobar".

En Miami la interrogaron durante cinco días. En el juicio a los Rodríguez Orejuela había congelada una fortuna de 2.100 millones de dólares. En contra de lo que han publicado diversos medios informativos, Virginia Vallejo no disfruta de la condición de testigo protegido en EE UU. "Finalmente me dijeron, usted no nos sirve para el caso de los Rodríguez Orejuela, la vamos a devolver a Colombia. Le he explicado cómo corrompieron a la clase política y a dos presidentes de la República. ¿No les sirve esto? Me exprimieron como una naranja, les entregué todos los nombres de los políticos comprometidos con el narco, les hablé de la relación de Uribe con Escobar... Me dijeron que nada de eso les servía en el proceso a los Rodríguez Orejuela. Que me enviarían de regreso a mi país y me protegería el fiscal colombiano. Yo les dije que no, que la esposa del contable de los Rodríguez Orejuela estaba muerta por haberse montado él en un avión de la DEA. Les dije que me quedaba en Miami y pedí asilo político". Los trámites pueden durar años. Mientras tanto, la presentadora de televisión no puede salir de territorio estadounidense. "Mi destino en Colombia sería la tortura y la muerte. Uribe me declaró la guerra a través de todos los micrófonos".

En el ático de un rascacielos de 37 pisos, con una vista espectacular a la bahía de Miami, la ex diva colombiana muestra algunas revistas en las que ocupó la portada, -Bazaar, Cosmopolitan, Al día-, y fotos de los años felices en las que aparece con lo más granado de la alta sociedad colombiana y con Pablo Escobar. Son recuerdos de una época dorada cuando era la presentadora más conocida y más bella de la televisión, como una carta breve de su amante: "Virginia, no pienses que si no te llamo no te extraño mucho. No pienses que si no te veo no siento tu ausencia".

Vallejo trabajó desde 1972 a 1994 como periodista, reportera o entrevistadora. Durante tres años tuve mi propia productora, TV Impacto (1981-83), "una época negra para captar publicidad, en la que perdimos mucho dinero, el equivalente a 250.000 dólares. Pablo pagó de un plumazo esta deuda, cuando se enamoró de mí".

"En aquella época", recuerda, "era un parlamentario de provincias, de extracción popular, y yo era una estrella y una diva de la alta sociedad y la mujer más famosa de Colombia. Para él fue un gran honor que yo le dedicara una hora de mi programa. Yo no sabía nada del narcotráfico ni de las grandes fortunas".

La relación con el jefe del Cartel de Medellín truncó su exitosa carrera. Empezaron las llamadas anónimas y las calumnias, al mismo ritmo que perdía programas de televisión y contratos publicitarios. "Llegaron a publicar que la esposa de Escobar me había desfigurado la cara".

¿Por qué ha decidido hablar después de 20 años de silencio, cuando éste ha sido su mejor protección? "Mi misión es contar la historia para que la nueva generación de colombianos sepa lo que ocurrió". Pero, por qué ahora. "Porque se conjugaron cuatro procesos judiciales simultáneamente, es como una cuestión del destino. Estaba el proceso en curso por el magnicidio de Luis Carlos Galán contra Alberto Santofimio Botero; la Comisión de la Verdad investigando el ataque al palacio de Justicia de 1985; había un proceso en EE UU contra los jefes del Cartel de Cali, los hermanos Rodríguez Orejuela, y había otro proceso también en Estados Unidos contra los dueños de la multinacional que me había despojado de todo mi patrimonio. Yo era el testigo clave en cuatro procesos gigantescos, dos de ellos magnicidios históricos en Colombia y dos procesos enormes en Estados Unidos".

Durante 20 años le ofrecieron todo el dinero del mundo para que hablara de Pablo Escobar. Muchos periodistas querían escribir la historia de Virginia Vallejo con el jefe del Cartel de Medellín. "Yo les decía que la historia la escribiría cuando quisiera. He escrito lo que viví, ésta no es la historia de Pablo Escobar, es mi historia con Pablo y con otros hombres. Es mi autobiografía", afirma.

"Pablo me hizo la mujer más feliz del mundo. A pesar de que nunca viajamos juntos, nunca fuimos a París, nunca fuimos a las Seychelles, nunca me llevó a Cartier a comprar diamantes... Nos veíamos en el hotel Intercontinental de Bogotá, en mi apartamento o en el suyo de Medellín. Ya después en la selva, era como ir a ver al Che Guevara en la selva boliviana".

El homicidio del ministro Rodrigo Lara Bonilla, en 1984, cambió la relación de los amantes. "Nunca reconoció este crimen. Tampoco le pregunté. Él sabía que yo sabía. La persecución que Lara desató contra Pablo fue infernal y acabó con nuestra luna de miel y nuestra tranquilidad, hasta que se produjo la incautación de los laboratorios del Yarí, de 1.000 millones de dólares (700 millones de euros). Esto Pablo no se lo perdonó y ordenó matar a Lara Bonilla. Nos separamos y dejamos de vernos durante un año. Luego me dijo que iba a masacrar a mi país y que reemplazaría las balas por dinamita. Se volvió un monstruo después de nuestra separación, cuando desató la guerra del narcoterrorismo. Se convirtió en mi enemigo, porque no quería escribir su versión del asalto al Palacio de Justicia, ni su biografía apologética y porque quería irme de Colombia. Ya no era el hombre al que había amado con locura".

Fue una relación que combinó pasión con una vida espartana y dura. Escobar entrenó a su amante para situaciones peligro extremo. Tienes muchos enemigos y tienes que aprender a defenderte y aprender a matarte si son más de cuatro. Me entregó una pistola".

Pero cuando mira hacia atrás no se arrepiente de aquella relación. "Lo amé más que todas las mujeres que haya podido tener y lo odié más que todas las víctimas juntas", concluye Virginia Vallejo. "Hoy tengo todas las perspectivas posibles sobre Pablo. Ahora lo tengo claro, mi único lugar es estar con las víctimas. Pasó la época del amor, del odio y el terrorismo. El libro es como una catarsis que recuerda al amor que compartimos, luego el terror y luego el perdón, hasta que pueda convertirme en la portavoz de las víctimas. Escobar armó un tinglado de corrupción que dura hasta hoy y se extiende a México y a toda el área caribeña".


© Diario EL PAÍS S.L. - Miguel Yuste 40 - 28037 Madrid [España] - Tel. 91 337 8200

No hay comentarios: