Murcia desafía al Estado
Mientras el gobierno enfrenta la crisis de las pirámides, el dueño de DMG amenaza con lanzar a las calles a sus seguidores.
Desde las épocas de Pablo Escobar, cuando figuraba como un filántropo y con su programa Medellín sin Tugurios se ganaba el fervor de las barriadas populares, no aparecía en Colombia un personaje tan enigmático y tan polémico como lo es ahora David Murcia Guzmán.
Por supuesto hay grandes diferencias, pues en aquel entonces, tras el paso del tiempo, Escobar dejó de parecer un 'Robin Hood' y le declaró una sangrienta guerra al Estado, mientras que Murcia lo único que anuncia es que va a sacar a sus cientos de miles de ahorradores a la calle y advierte es que tiene preparada toda su artillería jurídica para hacer respetar su emporio económico que, según él, cumple la ley al pie de la letra.
En lo que sí se parecen -guardadas las debidas proporciones- es en que ambos se convirtieron en blancos del Estado. Por lo menos así quedó declarado el viernes, cuando el propio presidente Álvaro Uribe decidió liderar todo el aparato del Estado para enfrentar penalmente a DMG y tratar de desenmascarar la fórmula mágica que se esconde detrás de ese multimillonario negocio.
El país apenas empezó a pellizcarse sobre la existencia de David Murcia Guzmán, el dueño de la meteórica firma, la semana pasada, cuando se desplomaron pirámides en todo el país y dejaron cerca de dos millones de damnificados que, por ignorancia, torpeza o ambición, les habían confiado sus ahorros.
Ninguna de las 'pirámides' que colapsaron pertenecía a DMG. Pero los ojos del gobierno y la justicia se posaron en esta porque ha sido la fuente de inspiración de las cerca de 250 pirámides que el gobierno ha identificado en todo el país. Con su filosofía de multiplicar el dinero y alimentar así esa cultura mafiosa del dinero fácil, se ganó la confianza de sus clientes y les abrió el camino a muchos otros avivatos que encontraron el mercado dispuesto apostarle a este riesgoso negocio.
Y, así mismo, el país apenas conoció el verdadero talante de David Murcia Guzmán el viernes pasado, y hasta dónde parece estar dispuesto a llegar, cuando le habló al presidente Álvaro Uribe de igual a igual, como ningún colombiano se atreve, o por lo menos ningún empresario. Le dijo a través de La W: "No, señor Presidente, eso no es así y ojalá esté escuchando esto. Porque si usted va a hacer cosas arbitrarias, pues permítame decirle que yo también me pondré en cosas arbitrarias". Y, a renglón seguido, dejó planteada una sutil declaración de guerra: "y (permítame decirle) que también pondré a toda la gente en contra del gobierno".
Una de las preocupaciones del gobierno con DMG es que, además de pirámide, pueda estar sirviendo como herramienta para negocios de narcotráfico. Ya sea para lavado de activos, pues tiene todo a su disposición para introducir dinero en efectivo al mercado legal, o para financiar envíos de droga. Las autoridades investigan un posible nexo con el narco 'Chupeta', a través de una casa de cambios que abrió sucursales en locales de DMG.
David Murcia rechaza de inmediato cualquier acusación y repite, como lo dijo en su primera entrevista concedida a SEMANA, en febrero de este año, que lo que él ha construido es una marca -como Coca Cola o Google, advierte- porque, entre otras, se ahorra el dinero de publicidad y por eso puede darles tan grandes beneficios a sus clientes.
Pero la historia de David Murcia Guzmán va más allá de los artilugios de las pirámides. Para los periodistas que han seguido de cerca su vertiginosa carrera en el último año es claro que se trata de un hombre extremadamente inteligente y con evidentes ambiciones políticas. Su conglomerado financiero no es un fin en sí mismo, sino una plataforma para construir de sí mismo un fenómeno social. "Crean en Dios y en David Murcia Guzmán" es uno de sus lemas más recurrentes.
Su carrera ha sido meteórica. Salió de su natal Ubaté, en Cundinamarca, muy temprano, y con sólo el bachillerato a cuestas -que lo hizo en Bogotá- viajó de ciudad en ciudad dedicado al rebusque. En 2003 llegó a La Hormiga (Putumayo) y la plata no le alcanzaba ni para pagar una habitación para él solo en el hotel del pueblo. Pero eso duró poco. En 2005, con un capital de 100 millones de pesos, fundó en Bogotá el grupo DMG, y hoy, a sus 28 años, ya tiene un emporio con más de 200.000 clientes, sucursales en siete países y socios para abrir nuevas sedes en otras 99 naciones, según dijo el propio Murcia a la emisora La W.
Hasta ahora, DMG se ha sabido rodear de un estratégico pool de abogados, encabezados por un jurista mediático y reconocido amigo del Fiscal General de la Nación, Abelardo de la Espriella, y les ha dado honorarios a otros respetados juristas como el ex procurador Jaime Bernal y el ex vicefiscal Armando Otálora. Mientras tanto, al interior de su gigantesca organización va construyendo sobre él un culto a la personalidad y una imagen de redentor de las clases menos favorecidas, abandonadas por el Estado y atropelladas por los bancos. En un video que por obligación tiene que ver cada uno de sus clientes para poder acceder a los beneficios aparece en el pantano ayudando a niños pobres, dice que quiere "erradicar el hambre de Colombia".
Por eso, en medio de la crisis de esta semana pulularon en muchos sectores medios y bajos las voces de respaldo a David Murcia, "Con DMG conseguí casa y el gobierno no me ha dado nada", decía un señor a un noticiero de televisión.
Parte de ese fanatismo que ha ido creando a su alrededor se refleja en las ya recurrentes marchas de seguidores que protestan cada vez que alguna autoridad sanciona o pone en tela de juicio a DMG. El viernes, por ejemplo, más de 2.000 personas coparon la Plaza de Bolívar. "Apoyamos a David Murcia. Acá los únicos ladrones son los bancos que no permiten que los pobres multipliquen sus ingresos", decía una de las manifestantes.
Esta obsesión con su personalidad llegó tal vez a su clímax el miércoles pasado, cuando estalló el escándalo de las pirámides. Al ver las hordas de ciudadanos enardecidos, David Murcia montó un video en Youtube, con escenografía digna de Primer Mandatario, bandera de Colombia y de DMG, donde detrás de un escritorio desafía solemnemente al Estado, reta el Presidente y le declara la guerra a un sector del establecimiento bancario al que señala como responsable de todos los males del país.
"El pueblo tiene que despertarse ante esos abusos y esas infamias porque la guerra no es contra DMG sino contra cada uno de los colombianos", dice. Habla de que "es hora de hacer justicia" y hace un llamado "a mi familia DMG para que demostremos (...) quién es el que manda en este país". Y concluye con una frase de mártir: "Sé que pueden matarme, creyendo que eliminándome como líder podrán acabar con esta familia que se ha convertido ya en una revolución económica (...) si he de morir por esta causa, moriré orgulloso y tranquilo, pero jamás podrán acabar con la familia DMG".
El Estado, liderado por el propio presidente Uribe, ya tiene preparada toda su artillería jurídica para ponerle punto final a esta historia. El sábado se aprestaba a tomar medidas excepcionales para controlar el negocio. Ojalá en esta transición David Murcia no cometa el error de seguir avivando a las masas y acepte, en franca lid, lo que la ley a bien tenga decidir.
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