¿Qué tan peleada salió con el Presidente?
Parody afirma que su ruptura con el presidente Uribe comenzó cuando él no quiso apoyar la silla vacía para sacar los votos de los 'paras' del Congreso.
María Isabel Rueda: Senadora... Perdón. Ex senadora... ¿Usted hoy es antiuribista?
Gina Parody: Trato de ser lo menos antiuribista que pueda. A él solo le debo agradecimiento porque me permitió soñar. El término apropiado no es antiuribista, sino no uribista, aunque algunos quieran confundir estas dos posturas. Lo que pasa es que como me dijo una vez Vladdo, delante de los uribistas no se puede hablar ni mal de Uribe, ni bien de Uribe.
De Uribe tampoco se puede hablar con los antiuribistas por las mismas razones. La parte buena les parece inaudita. La mala, insuficiente...
(Risas) Es verdad.
¿Qué tan peleada sale con el Presidente?
No tengo peleas personales y menos con el presidente Uribe. Pero sí creo que hay que pelear por las convicciones. Salgo no uribista, y eso significa que aunque no voy a apoyarlo, tampoco le voy a hacer oposición o a obstaculizarle sus proyectos de reelección. Me hago a un lado. Si la ley de la vida y su única constante es el cambio, mi salida hace parte del cambio.
Usted chateaba con el Presidente desde las cuatro de la mañana. ¿Cuál fue el punto de ruptura de esa relación excepcional?
Cuando con el fracaso de la reforma política no fuimos capaces de enviar el mensaje de que el delito no paga. Él colaboró con ese fracaso. No quiso apoyar la silla vacía para sacar los votos de los paramilitares del Congreso.
En sus primeras declaraciones después de su salida ha utilizado innumerables veces la frase de que el proyecto político uribista mutó. ¿Mutó de qué a qué?
Comencé a apoyar su proyecto cuando Álvaro Uribe tenía en las encuestas un 2 por ciento de favoritismo. Entre otras cosas, porque usted me lo presentó, después de un foro económico con los demás precandidatos, en el que Uribe de lejos me pareció el mejor. Era una campaña soñadora e idealista. Fue tanto lo que me impresionó, que yo estudiaba en Nueva York, y me salí para ayudar a que lo eligieran. Consideré que era un acto patriótico conseguirle votos a esa persona.
¿Y en esa primera etapa nunca la desilusionó?
No. El cuadro de confianza que planeaba Uribe recuperar para los colombianos lo cumplió perfectamente. Después vino el proyecto de la primera reelección, en el que comienza lo que yo llamo su mutación, porque terminó armando una coalición con personas que tienen vínculos con la ilegalidad.
¿Cree que el Presidente es consciente de que para eso hizo pactos con el diablo?
No. Creo que el Presidente es inconsciente de que esté mal rodeado. Pero, además, este comenzó siendo un proyecto pluralista, y hoy la persona que piense distinto inmediatamente es catalogada como un enemigo antiuribista. De ese proyecto pluralista saltamos a uno que exige el unanimismo. Se pasó del respeto por la oposición a la eliminación del enemigo. De la supremacía de la Constitución a la decisión aparentemente democrática de perpetuarse en el poder cediendo a la tentación humana.
¿Cree que la coalición de Gobierno que hoy apoya al Presidente es un monstruo mutante?
Monstruo no. Pero sí una aplanadora sin pesos y contrapesos. Uno de ellos era la ley, que ya han demostrado que se pueden saltar. Y otro era el Presidente, que en vez de freno puso un acelerador al ponerle su propia firma al decreto en el que convocó a sesiones extras al Congreso, para que aprobara el referendo.
¿Significa que de prosperar la segunda reelección de Uribe vamos hacia un proyecto totalitario?
¡Ojalá no lleguemos a eso! Le voy a decir una frase de Montesquieu que ilustra el momento: "cuando un gobierno dura mucho tiempo se descompone poco a poco y sin notarlo".
¿Cree que la 'Yidispolítica' pasó tal y como dice la Corte Suprema que lo hizo?
La prueba es que tenemos condenados.
Pero eso se produjo debajo de las narices de otros congresistas, entre otros usted...
En mi época en el Congreso jamás me ofrecieron nada para que cambiara mi voto. Incluso se aguantaron mis disidencias en temas como la Ley de Justicia y Paz y la Reforma Política. Comencé a sentir por primera vez la distancia del Presidente cuando me opuse a su proyecto de reelección.
Ha dicho que su decisión de irse del Congreso no implica un retiro definitivo de la política...
Definitivo nunca. Temporal sí, en lo que por ahora implique cualquier proyecto partidista.
Sé que le han ofrecido columnas y espacios radiales en medios muy importantes ¿Va a aceptar?
Todo me suena. Vibro con la política y cualquiera de estos ofrecimientos es una herramienta atractiva para seguir haciendo presencia política. Pero a corto plazo, mientras se resuelve el proceso electoral del 2010, me mantendré al margen para no obstaculizar al Presidente y más bien me dedicaré a estudiar para prepararme mejor.
Prepararse mejor, ¿para hacer qué?
Para hacer política desde donde pueda hacerlo.
¿Por ejemplo para ser Alcaldesa de Bogotá?
No antes del 2010.
Si Uribe no estuviera en el juego electoral, ¿a cuál de los otros candidatos estaría apoyando para sucederlo?
No veo posible un escenario electoral sin Uribe. Entiendo que el uribismo hará todo lo que esté a su alcance para que eso no pase. Si la política es el arte de usar medios limitados para sacar resultados extraordinarios, aquí estamos ante todo lo contrario: utilizar medios extraordinarios para lograr fines limitados. Me queda bien difícil pensar en un escenario en el que Álvaro Uribe no esté, salvo porque él mismo decida no estar.
No necesariamente la decisión está en sus manos. La Corte Constitucional podría (y debería) tumbar ese esperpento de referendo.
Es cierto que la Corte podría tumbar el referendo. Pero la coalición uribista tiene varios mecanismos en sus manos, como el acto legislativo de la reforma política, para colgarle la reelección. Y si no es ese, habrá otros.
Como yo sí creo que el referendo se cae, entonces le pido que hagamos el esfuerzo de apreciar cuál sería el escenario electoral sin Uribe. ¿Quiénes de los que están aspirando le gustan?
Muchos. Colombia, a diferencia de otros países, está lleno de líderes políticos.
A ver: le menciono en desorden los que están sonando, y usted me los define con su principal cualidad y defecto. ¿Sergio Fajardo?
Es transparente, pero lo mata la vanidad.
¿Juan Manuel Santos?
Es gerencial. Su defecto, seguir ahí.
¿Gustavo Petro?
Es inteligentísimo, pero no ve la gama de grises.
¿Germán Vargas?
Es astuto, pero a veces demasiado astuto.
¿Lucho Garzón?
Es entrador, pero sale rápido.
¿Marta Lucía Ramírez?
Es disciplinada, pero muy intensa.
¿Noemí Sanín?
Muy carismática, pero calcula demasiado sus riesgos, si no ya estaría aquí jugándosela.
¿Piedad?
Es muy coherente ideológicamente, pero demasiado impulsiva.
¿Cecilia López?
Sobrada en academia, pero arrebatada.
Óscar Iván Zuluaga?
Es juicioso, pero demasiado conciliador.
¿Andrés Felipe Arias?
Tiene la ventaja de ser muy Uribito. Y la desventaja de ser muy uribito. Como dice el dicho "dale poder a un hombre... y lo conocerás".
¿Rafael Pardo?
Brillante, pero no comunica en público. Le toca exponerse más.
¿Alfonso Gómez?
Su memoria es a la vez su principal cualidad y su principal defecto. Creo que eso ya se lo había dicho Ernesto Samper.
¿Cuál fue su día más feliz en el Congreso y el más difícil?
El más feliz, el día en el que aprobaron mi ley de infancia. El más frustrante, el día en el que se hundió la reforma política.
¿Qué le produce nostalgia de los días en los que era la consentida de Palacio?
La amistad y el apoyo de Lina. Ella siempre tiene el corazón en la cabeza.
¿El Presidente debió quedar sorprendido con su renuncia o de alguna manera se la debía estar esperando?
El Presidente me hizo políticamente, él lo dice por todos lados y yo le doy la razón. Y me enseñó que un político piensa en las próximas elecciones y un estadista en las próximas generaciones. Si eso cambió, entonces debía suponer mi distancia.
Un consejo del Presidente que siempre llevará consigo...
Soñar, y madrugar para hacer los sueños realidad.
¿Algún consejo del Presidente que no se llevará?
Que hay que aprovechar que voten los congresistas mientras no estén en la cárcel.
¿Ve tan peligrosa para el país la segunda reelección de Uribe, hasta para llevarla a renunciar al Congreso y al Partido, o estará exagerando?
Yo la veo muuuuuy peligrosa. Y acá tenemos una divergencia de principios democráticos. Los que apoyan la reelección la ven como una profundización de la democracia, pero yo creo en cambio que le estamos clavando una daga en el corazón. No es una discusión de buenos y malos, sino de posturas y convicciones ideológicas. Por ejemplo, si la filósofa alemana Hannah Arendt estuviera viva, diría que este es el origen del totalitarismo.
María Isabel Rueda
ESPECIAL PARA EL TIEMPO
Publicado en
El Tiempo
lunes, 23 de febrero de 2009
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