lunes, 29 de octubre de 2007

'Pataletas' del presidente Uribe perjudican aprobación del TLC en Congreso estadounidense

Octubre 17 de 2007

'Pataletas' del presidente Uribe perjudican aprobación del TLC en Congreso estadounidense

Un artículo de la Revista Time titula: "¿Qué carcome al presidente colombiano?", y analiza los choques recientes del mandatario colombiano con las cortes y medios de comunicación.

Según Time, si bien los ataques frontales de Álvaro Uribe sirven en la arena doméstica -donde posee envidiables índices de popularidad- no sucede lo mismo en la esfera internacional, particularmente en E.U.

"Sus embestidas alimentan las preocupaciones de muchos que dudan del compromiso de Uribe con la ley y su respeto por la independencia de los medios y el (sistema) judicial. Los demócratas están reteniendo la aprobación del TLC hasta que no vean considerables progresos en DD.HH. y el enjuiciamiento de líderes paramilitares. Y es poco probable que las pataletas de Uribe los convenzan de lo contrario", dice la revista.

Igual conclusión saca Adam Isacson, del Centro para la Política Internacional, que reclamó del presidente Uribe "hechos" y no "pataletas" a la hora de explicar los nexos con grupos paramilitares y narcotraficantes que a lo largo de los años le han atribuido sus detractores.

En un extenso artículo que bautizó "Una pataleta no es una defensa", Isacson dice que Uribe ya es famoso por "montar en cólera" cada vez que las personas hacen demasiadas preguntas sobre su pasado.

El analista comienza por describir dos enfrentamientos "memorables" de Uribe con periodistas de E.U. El primero en 1994 con Simon Strong, que escribió un libro sobre Pablo Escobar, y luego en el 2002 con Joe Contreras, de la revista Newsweek.

En ambos casos Uribe reaccionó con "violencia" cuando le preguntaron por su rol en la Aerocivil en los 80 y su apoyo a William Vélez, un aliado de Escobar. Los periodistas querían saber si era cierto, como se rumoraba, que le había aprobado licencias a los aviones de Escobar cuando ocupaba esta cartera a comienzos de los 80.

Strong, dice el relato de Isacson -basado en una historia del periodista Gonzalo Guillén- tuvo que interrumpir la entrevista cuando Uribe le exigió, agitado y mostrando los puños, que retirara lo dicho. En el caso de Contreras fue Uribe el que se negó a continuar el encuentro.

El analista narra, acto seguido, como en las últimas semanas, Uribe ha protagonizado varios de estos enfrentamientos. Entre ellos, con Daniel Coronel, de la revista Semana, y Gonzalo Guillén, del Nuevo Herald, ambos por revelaciones contenidas en el libro de Virginia Vallejo. En el libro, Vallejo, entre otras cosas, insiste en el episodio de la Aerocivil y dice que Escobar solía enorgullecerse de tener como aliado a Uribe.

También menciona que cuando el senador Gustavo Petro anunció que pensaba investigar los vínculos del presidente y grupos paramilitares, Uribe lo acusó de ser un "guerrillero vestido de traje" y otro episodio en pleno congreso de E.U. en el que le dijo a José Miguel Vivanco, de Human Rights Watch, que todo el mundo en Colombia sabía que él apoyaba a la guerrilla.

Hay mención, a su vez, del enfrentamiento de la semana con la Corte. Según Isacson, "pese a que la acusación del paramilitar sonaba ridícula -que dos magistrados de la Corte le habían pedido decir que Uribe había ordenado el asesinato de otro 'para'- Uribe llamó al magistrado e hizo un pedido público para que se abriera una investigación.

La "guerra de palabras" entre Uribe y la Corte siguió creciendo a lo largo de la semana", dice el analista.

Según Isacson, aunque la lógica indica que "enloquecerse" para contrarrestar acusaciones no suena a buena estrategia, en el caso de Uribe parece darle resultados. "Aunque no despejan las dudas, las pataletas de Uribe envían al menos el mensaje que si se pretende provocar la furia pública del Presidente hay que tener los datos en orden".

Para Isacson, la realidad es que no existe evidencia que pueda "comprobar con contundencia" que Uribe tuvo nexos con 'paras' y narcos, pero añade que el tema es objeto de conversación por toda Colombia y en Washington.

El analista luego esboza, uno por uno, más de 10 incidentes sobre los supuestos nexos y concluye que se trata de una lista preocupante.

"Algunas de ellas pueden desecharse con facilidad, pero con certeza no todas. Así solo sea para aliviar las preocupaciones que existen sobre alguien tan cercano a E.U., necesitamos más que vagas negativas y espasmódicas pataletas temperamentales. Lo que necesitamos son hechos", subraya el investigador de CIP.

SERGIO GÓMEZ MASERI
Corresponsal de EL TIEMPO

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