lunes, 11 de agosto de 2008

Hay una muerte por sicarios cada dos días en Bogotá, según estudio de la Secretaría de Gobierno

Foto: Archivo / EL TIEMPO

El estudio destaca cuatro causas del sicariato: discrepancias entre bandas, pasionales, ajustes y mezcla de actividades legales e ilegales.

Las cárceles, los sanandresitos y un sector de la localidad de Ciudad Bolívar, en el sur de la capital del país, según las autoridades, son los sitios donde se 'cocinan' los asesinatos a sueldo.


Es allí donde también se anidan los sicarios que los cometen. Pese a que en el Distrito no hay estructuradas oficinas de cobro, como las existentes en Medellín y Antioquia, ligadas a las llamadas bandas criminales o a las organizaciones delictivas de mafiosos o ex 'paras' extraditados, aún quedan los vestigios de las manejadas por el extinto jefe paramilitar de los Llanos, Miguel Arroyave, en los sanandresitos.

Las cifras

El documento, elaborado por el Centro de Estudios de Violencia y Seguridad, considera que en el primer semestre se presentaron 108 episodios de sicariato en la ciudad, de los 670 casos de homicidio.

Sin embargo, según ese estudio, hubo 235 homicidios cometidos por pistoleros, por encargo y ajuste de cuentas. Mientras que los restantes 435 fueron muertes por intolerancia, riñas y resistencia al atraco.

La diferencia de las cifras se debe a que mientras el Centro de Estudios considera como sicariato los asesinatos donde está de por medio el cobro de millonarias deudas o grandes ajustes de cuentas entre narcos, para la gente del común un caso de sicariato es un homicidio cometido por un tercero.

El estudio del organismo distrital discrimina cuatro niveles: 108 muertes por discrepancias entre miembros de organizaciones delincuenciales; 41 por tránsito de legalidad a la ilegalidad; 13 se refieren a asesinatos pasionales por encargo; y 73 representan ajustes de cuentas entre jíbaros.

Detalles de los niveles

Los 108 casos de sicariato, según el estudio, están en el primer nivel y se debieron a ajuste de cuentas entre bandas; 31 de ellos son del llamado sicariato tradicional.

En el segundo nivel están las desavenencias en la banda criminal. Por ejemplo, un botín mal repartido (41 casos).

En el tercero, el crimen pasional por encargo (el asesinato a manos de un sicario de la terapeuta respiratoria Leiser Forero Sastoque, cuyo ex novio fue condenado), que fueron 13 casos; y los ajustes de cuentas entre jíbaros (el crimen de 'Calao' en La Gaitana, en Suba, en abril por dañarles el negocio a 'Arley' y 'Pegaso'), en los que hubo 73 episodios, la mayoría en Suba, Mártires y Santa Fe.

Los asesinatos de un transportador y su escolta, en la calle 128 con avenida Suba, y de dos universitarios en el parque El Virrey, fueron episodios de sicariato tradicional, el cuatro nivel, dice el estudio.

Un caso similar fue el del ganadero Félix Fajardo Luque, de 55 años, en un restaurante de Fontibón, el 29 de enero pasado. Su homicida había abandonado la prisión hacía una semana.

Fuentes que manejan el tema le contaron a EL TIEMPO que en estos sectores, generalmente con una tarifa que puede llegar al 30 por ciento sobre el valor de 'la deuda a cobrar', se engrana todo el plan de sicariato. Ese alguien, según el estudio, es una persona que se mueve en algún grado dentro de la ilegalidad.

Clara López Obregón, secretaria de Gobierno del Distrito, lo explica así: "Comprar lotes de esmeraldas no tiene nada de ilegal, pero si este es cancelado con dinero falso, sí".

'Oficinas' y 'comisionistas', modalidades para cobrar deudas

Las autoridades han identificado tres maneras para cobrar deudas en Bogotá.

La primera es la que realiza una persona que goza de contactos que le permiten establecer un historial de la víctima: qué propiedades tiene, números telefónicos, dónde trabajan o estudian sus parientes e hijos.

En términos generales, le pone al deudor por delante a la familia e incluso le cobra con documentos en mano. Es poco común.

La segunda son las oficinas que le pagan la deuda al cliente y le dicen que le haga saber al 'deudor' que ellos le van a cobrar.

Luego, exigen un mayor valor de la deuda o lo obligan a la entrega de propiedades a cambio de la vida.

Según fuentes, esta modalidad era empleada por Gilmer Humberto Quintero, alias 'el Cabezón', socio de Wílber Varela, alias 'Jabón', quien al parecer se suicidó en mayo en un baño de la estación de Policía de Fusagasugá.

La tercera es la del comisionista, quien recibe la comisión del mejor postor. Si ésta es cancelada por el deudor -que igual tiene que cumplir-, no recurre al crimen, pero si es el cliente el que paga, la suerte está echada para el deudor.

El crimen en Hacienda Santa Bárbara, una muestra

La mañana del 17 de febrero del año pasado, un sicario, que recibió 10 millones de pesos, asesinó al abogado Darío Alejandro Melo García, ex miembro del CTI de la Fiscalía, y quien manejaba una casa de cambio en el centro comercial Hacienda Santa Bárbara.

El crimen se planeó dos semanas antes de ser asesinado. Quien recibió la orden contactó a un tercero, que manejaba varios sicarios en el barrio Arborizadora (Ciudad Bolívar), sur de Bogotá.

Éste, a su vez, conformó un grupo de ocho personas que no se conocían entre sí. Se llamaban por nombres o apodos, nunca hubo apellidos.

La instrucción para siete de ellos fue la de acompañamiento en tres aspectos: vigilancia del blanco, recepción del armamento y transporte, además de las rutas del objetivo, sus horarios de salida y llegada, la compañía, y cuáles eran los puntos de seguridad. Usaron tres vehículos: dos motocicletas y un taxi; éste sirvió para guardar las armas hasta último momento.


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