sábado, 26 de julio de 2008

Cerca de 720 mil niños campesinos del país están por fuera del sistema educativo colombiano

Foto: Rodolfo González / EL TIEMPO

En épocas de recolección de cosechas, los niños campesinos dejan las aulas para irse a respaldar los trabajos agrícolas de sus padres. El Gobierno propone modificar el calendario de vacaciones.

El tema se discutirá en el foro 'Revolución educativa en el campo', que se realiza hoy en EL TIEMPO.


Foro de EL TIEMPO: 'Revolución educativa en el campo' La falta de oferta para que los niños campesinos terminen el bachillerato y la ausencia de clases que respondan a sus necesidades son dos de los problemas más serios que enfrenta la educación rural en Colombia.

Lo reconoce la ministra de Educación, Cecilia María Vélez, quien asegura que el mayor atraso en el campo está en las costas del país y en regiones como los llanos orientales. Para ella, La Guajira es un caso de atención.

Hoy, en Colombia, hay 720.905 niños campesinos, entre 5 y 16 años, que no están en el sistema educativo.

En primaria las coberturas llegan hasta el 98 por ciento, pero los niños se quedan en ese nivel y solo estudian hasta quinto grado porque las escuelas donde pueden terminar están muy lejos de sus regiones y, para seguir, deben trasladarse a las ciudades, con las dificultades económicas que eso trae.

La mayoría de los niños campesinos excluidos del sistema educativo tienen más de 13 años y se vinculan a actividades productivas, lo cual hace aún más difícil que retomen sus estudios.

El tema será el eje del Foro 'Revolución Educativa en el Campo', que se realiza hoy en Bogotá, con el apoyo de la Casa Editorial EL TIEMPO y en el que participarán los expertos en el tema.

La Unesco, en la Segunda Evaluación Latinoamericana de Aprendizaje en Educación Básica (Serce), también ha señalado la inequidad entre el campo y la ciudad. En cuanto a calidad, según esta evaluación, el desempeño de los niños del campo está por debajo de las escuelas urbanas, aunque las diferencias son más graves en países como Perú, Brasil y México.

La investigación mostró que los niños campesinos colombianos están más rezagados en lectura y ciencias que los de las escuelas urbanas.

Carlos Ballesteros, director de la Confederación Nacional de Asociaciones de Padres (Confenalpadres), considera que los materiales precarios, la infraestructura y hasta las distancias inciden en el rendimiento y en la calidad educativa de los niños del campo.

En casos como el del eje cafetero, donde los niños suspenden la escuela durante la recolección de la cosecha para ayudar a sus padres, la Ministra ve la necesidad de que la educación se adapte al entorno de los campesinos. "Se ha intentado que las vacaciones no se den a mitad de año sino en épocas de cosecha".

El sacerdote Francisco de Roux, experto en educación campesina, señala que hace falta que la escuela apasione a los niños por el campo. "Que les enseñen a desarrollar con eficiencia los productos y que sepan ubicarse en un mundo globalizado".

Y el presidente de la Fundación Hogares Juveniles Campesinos, Medardo Higuita, dice que los muchachos no siguen el bachillerato porque la educación del campo solo los forma para ser empleados citadinos y no para que desarrollen sus empresas y proyectos en el sector agrario.

98% es la cobertura en primaria que se logra en la educación rural en Colombia, según el Ministerio.

28% es la cobertura que el Gobierno reporta en la educación media en el campo.

31,8% es la cobertura en educación superior para los jóvenes campesinos.

430 mil estudiantes rurales tienen edades superiores a las establecidas para los grados que cursan.

35 mil niños entre 0 y 5 años espera atender el Ministerio de Educación hasta el 2010.

320 mil nuevos cupos creará el Ministerio para educación superior en dos años.

'Los niños se nos salen porque no tienen alternativas'

La ministra Cecilia María Vélez habló con EL TIEMPO acerca de los avances y desafíos de la educación en el campo.

¿Cuál es el balance?

En primaria estamos en coberturas de casi el 100 por ciento, pero los niños se nos salen antes porque no tienen alternativas de seguir el bachillerato cerca de sus casas. Los perdemos entre quinto y sexto grados.

¿Por qué abandonan?

No tienen la oferta cercana y se tienen que ir a la ciudad, o porque el desplazamiento es complicado. Además, porque lo que aprenden en la escuela no tiene nada que ver con lo que necesitan en el campo. Por eso queremos mejorar la primaria tradicional para hacerla más interesante y que la gente del campo vaya a la escuela no solo para aprender a leer y a escribir, sino para mejorar sus labores productivas.

¿Cómo harán para que no se vayan en quinto grado?

Vamos a generalizar la posprimaria. Que un maestro con unos buenos apoyos pueda enseñarles a niños de sexto, séptimo, octavo y noveno grados en la misma escuela y que esté pendiente de cada uno de acuerdo con el grado en el que esté.

En calidad ¿cómo está el atraso en el campo?

La diferencia entre lo urbano y lo rural es menor que la de otros países, pero sí tenemos un retraso en ciencias, lectura y, sobre todo, en matemáticas.

¿En qué regiones está el atraso?

Hay un atraso importante en las costas, y en los llanos sobre todo si vemos esta zona como una despensa importante del país.

¿Qué tanto afecta el trabajo de los niños en el campo?

No vemos problema en un niño que vaya a la escuela y por la tarde les ayude a los papás en el campo, porque es bueno si el papá ve que la ida a la escuela le ayuda a mejorar sus labores del campo. El caso del eje cafetero, decimos que la escuela se adapte y que las vacaciones se las den cuando recojan la cosecha. Eso es distinto a problemas como el de las minas donde los sacan del colegio totalmente.

Dejan las aulas para irse a recoger granos de café

Con 14 años, y sin posibilidades de ingresar al sistema escolar, Carlos Jiménez Marín y Jhon Alexánder Zapata se dedican, todo el año, a buscar entre el verde oscuro de los cafetales los granos rojos que luego se convertirán en café de exportación.

Carlos trabaja como recolector en una finca de Sevilla, en el norte del Valle del Cauca, considerado el municipio con mayor producción del grano en todo el país.

Según su abuelo Guillermo Marín, de 63 años, fue él quien le enseñó el oficio "para que se 'enrudezca' y no coja malos vicios".

El pequeño, que nunca ha estado sentado frente a un tablero en una escuela, es hijo de una madre soltera, y asegura que jamás ha estudiado debido a la falta de recursos y a que su sueldo como recolector se lo gasta en ayudar a sostener su hogar. Sin embargo, no es mucho el producto de su esfuerzo. En temporada baja logra recoger lo equivalente a 20.000 pesos semanales como salario. Esa cifra llega a 100.000 pesos cuando hay cosecha.
"Ganamos 350 pesos por kilo recogido y nos descuentan la alimentación", explica Carlos.

La historia de Jhon Alexánder no es distinta, aunque él sí pudo estudiar hasta tercero de primaria. La última vez que asistió a una escuela fue hace cuatro años, cuando interrumpió sus estudios para irse a recolectar café. El dinero que gana lo invierte en pagar servicios públicos.

REDACCIÓN VIDA DE HOY

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