sábado, 15 de noviembre de 2008

MAS

El comienzo: los años del MAS y las Autodefensas del Magdalena Medio (1981-1991)
La historia

Aunque los grupos paramilitares o de autodefensa fueron, en un principio, amparados por la ley, en su evolución van quedando al servicio de grandes propietarios rurales y de narcotraficantes interesados en proteger sus territorios.

El origen de estos grupos, tal como se conocen hoy en día, se remonta a comienzos de la década de los ochenta, con la creación del grupo Muerte a Secuestradores (MAS) por parte de sectores del narcotráfico afectados por los secuestros de la guerrilla.


Pablo Escobar, uno de los capos narcotraficantes creadores del MAS. Foto SEMANA
El MAS surge en 1981 cuando no se había producido la guerra entre los carteles de Medellín y de Cali. El antecedente es el aumento de las presiones de las guerrillas a los narcotraficantes y el hecho que les da la justificación para su conformación fue el secuestro de Marta Nieves Ochoa, hermana de varios de los integrantes del cartel de Medellín, los hermanos Ochoa, ocurrido el 12 de noviembre de 1981.

Narcotraficantes como Pablo Escobar Gaviria y Gonzalo Rodríguez Gacha, quienes lideraron la compra masiva de predios rurales, crearon los primeros grupos en defensa de sus propiedades como, por ejemplo, el MAS en el Magdalena Medio, sobre todo en Puerto Boyacá.

A partir de 1982, las muertes se incrementaron dramáticamente en esta región. Las denuncias de los sectores afectados originaron, a principios de la administración de Belisario Betancur (1982-1986), una investigación de la Procuraduría General de la Nación, en coordinación con la Dirección Nacional de Instrucción Criminal. (ver informe y conclusiones de la Procuraduría)

Las conclusiones de las primeras investigaciones, reveladas a la opinión pública por el Procurador Carlos Jiménez, señalaban a los paramilitares como los principales responsables de la intensificación de la violencia, con el apoyo de miembros activos del Ejército y la Policía.

Luego de expulsar a la guerrilla de la zona sur del Magdalena Medio, utilizando una táctica que evitaba al máximo los enfrentamientos directos con las estructuras armadas y, en cambio, atacaba el eslabón más débil, representado en las redes de apoyo, grupos seleccionados de los paramilitares que operaban allí, ayudaron a entrenar a otros semejantes en Córdoba, Urabá, Putumayo y la región del Ariari en el Meta. Con la extensión del modelo Puerto Boyacá a otras regiones del país, los grupos paramilitares experimentaron su primer gran impulso, reflejado en el elevado número de asesinatos y masacres que realizaron.

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