viernes, 6 de julio de 2007

Colombia pide la libertad de secuestrados
María Pérez-Plá
El Universal

Viernes 06 de julio de 2007


El país sudamericano se paraliza durante cinco minutos y exige el fin de la violencia a grupos insurgentes; en Cali todos portaban flores blancas, en Bogotá hicieron sonar sus silbatos durante cinco minutos y en Medellín escucharon al cantante Juanes


BOGOTÁ.— Colombia despertó por fin de un letargo que dura ya años y salió ayer a las calles para exigir la liberación de todos los secuestrados. En las principales ciudades del país cientos de miles de personas se unieron en un único grito a través de distintos actos: en Cali todos portaban flores blancas, en Bogotá hicieron sonar sus silbatos durante cinco minutos y en Medellín escucharon al cantante Juanes. El país se paralizó a las 12 del mediodía como habían solicitado personalidades y organizaciones de todas las ideologías.
Las autoridades estiman que al menos un millón de personas participaron en estas marchas en el país. Colombianos en otros 19 países, entre ellos Francia, España, Panamá y Estados Unidos también realizaron marchas similares.

Tuvieron que morir en cautiverio 11 diputados secuestrados por las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) hace cinco años, según se conoció la semana pasada, para que, por primera vez en la historia de este país, y sin importar el bando al que pertenecía cada uno o la manera en que querían alcanzar la paz, todos salieran a la calle a exigir a gritos el fin de la violencia, la liberación de los secuestrados y la entrega de los cadáveres.

La plaza de Bolívar, en el centro de Bogotá, era el perfecto reflejo de lo que estaba ocurriendo en todo el país. La gente fue llenando poco a poco el lugar hasta que, a las 12 en punto, la estatua del libertador pudo divisar por primera vez en muchos años un escenario completamente abarrotado.

Mientras unos clamaban por la realización de un acuerdo humanitario que, según ellos, depende de que el presidente Álvaro Uribe desmilitarice dos municipios cercanos a Cali para sentarse a negociar el intercambio de secuestrados por guerrilleros presos, como exigen las FARC, otros pedían la liberación incondicional de los plagiados, sin acuerdos ni despejes.

“El acuerdo humanitario depende de las FARC y del gobierno, pero más del gobierno porque en sus manos está el despeje”, explicó Julio Hernández, padre de un teniente de la policía secuestrado hace más de 8 años, cuya prueba de vida tuvo la oportunidad de ver el pasado martes a través de un video entregado por las FARC al canal de televisón qatarí Al-Jazeera. “Lo vi muy acabado, han acabado con la vida de mi hijo” se lamenta Julio que, como todos los miembros de Asfamipaz, organización que representa a los policías y soldados secuestrados, lucía una camiseta con la foto de su hijo. Todos los martes, desde hace cuatro años, la organización se manifiesta en esta misma plaza para pedir por sus seres queridos. Nunca pensaron que algún día tanta gente se les fuera a unir.

Marleny Orjuela, cabeza de Asfamipaz, dijo a EL UNIVERSAL que pedir a las FARC la liberación incondicional es inútil: “Es muy difícil que los liberen de manera unilateral, por eso la única solución es el acuerdo humanitario”.

No opinó lo mismo Adriana, cuya precaria pancarta decía “FARC, asesinos, cobardes, no al despeje”. Su voz temblaba de ira y rabia contenida mientras explicaba que “estoy cansada de secuestros, de violencia y de que este grupo asesino nos mate” a lo que añadió: “Yo no estoy aquí pidiendo, no estoy arrodillada, no puedo rogarle a un asesino, les estoy exigiendo que los liberen”.

A pesar de las ideas encontradas que confluyeron ayer en el centro de Bogotá, el acto no se politizó como muchos vaticinaron y todos pudieron expresar sus sentimientos. La locura se tomó la Plaza cuando el presidente Uribe llegó caminando desde el adyacente palacio de Nariño para ser el primero, acompañado por su mujer y sus dos hijos, en formar parte de la cadena humana que por unos minutos se desplegó por el centro de la ciudad. Luego entró en la Catedral para asistir a una misa por todos los secuestrados en la que también participaron Lucho Garzón, alcalde de Bogotá, y Yolanda Pulecio, madre de la ex candidata presidencial Ingrid Betancourt, secuestrada hace cinco años, cuyas diferencias con el presidente son de sobra conocidas.

Las protestas se sucedieron por todo el país. En las principales ciudades la gente se tomó de las manos, ondeó banderas blancas y el tráfico se paralizó, mientras en Medellín el cantante Juanes interpretaba la canción “Volverte a ver”.


Publicado en www.eluniversal.com.mx

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