sábado, 5 de julio de 2008

¿La última oportunidad para la paz con las Farc?
Las Farc han recibido en menos de un año los más duros golpes estratégicos a sus estructuras militares. Ante el rescate de Íngrid Betancourt, los tres estadounidenses y los once militares colombianos, pierden sus mayores cartas de negociación política y vitrina internacional. ¿Cuál será el paso que darán?
Por César Paredes
Fecha: 07/02/2008 -
El rescate de Íngrid Betancourt, los tres estadounidenses: Keith Stansell, Tomas Howes y Marc Gonsalvez y los 11 militares y policías colombianos que estaban en poder en las Farc, es el más reciente y contundente golpe propinado por el gobierno a una guerrilla, ya diezmada y con graves problemas de comunicaciones y provisión. Usaron la más inhumana estrategia de todas para conseguir poder político: el secuestro y utilización de rehenes. Ese camino les fue fructífero y pusieron a los presidentes europeos, a congresistas estadounidenses, y a los presidentes vecinos a pedir por su liberación. Ahora que perdieron a sus principales rehenes se quedaron desprestigiadas y seguramente no recibirán del mundo más que portazos. ¿Persistirán en la lucha armada o podrán aprovechar esta última oportunidad para proponer una paz sin condiciones?

No les queda demasiado aire para sostener su soberbia armada. En el último año, los golpes recibidos por las Farc han sido seguidos y grandes. El primer eslabón importante de la cadena de golpes que el gobierno le ha propinado a las Farc comenzó con la muerte de Tomás Medina, alias el Negro Acacio. En septiembre del año pasado, durante un bombardeo del Ejército, cayó junto a otros 16 guerrilleros en el Guaviare. Según fuentes militares el Negro Acacio controlaba el tráfico de cocaína en las selvas del Vichada, Vaupés y Guaviare, y manejaba una gran parte del flujo de caja del grupo guerrillero.

Un mes después, en el área rural del Aceituno, municipio de El Carmen de Bolívar, cayó en otra operación militar, Gustavo Rueda Díaz, alias ‘Martín Caballero’. Según fuentes militares 18 guerrilleros murieron al lado del combatiente. Caballero militó más de 25 años en las filas de las Farc, luego de haber pertenecido a la juventud comunista en Barrancabermeja, y en los últimos 11 había operaba en la región de la costa utilizando como escondite estratégico los Montes de María. Martín Caballero fue el captor Fernando Araújo, el actual canciller, quien se logró escapar después de seis años de estar en poder del grupo guerrillero.

Pero los golpes a las Farc no pararon ahí. La captura de Martín Sombra, un guerrillero de los más antiguos, que estuvo en Marquetalia e hizo parte de los orígenes de las Farc fue otro revés importante a la moral y la confianza de esta guerrilla. Martín Sombra tuvo por varios años la responsabilidad de custodiar a Íngrid Betancourt, los tres estadounidenses y Clara Rojas quien dio a luz con su asistencia a Emmanuel. El niño que estaba al cuidado de un guerrillero de bajo rango, fue confiado a una familia campesina que lo entregó a Bienestar Familiar. La mentira de que sería liberado por la guerrilla junto a Clara Rojas, Gloria Polanco y Orlando Beltrán, y el anuncio del gobierno de que el niño no estaba en poder de las Farc sino que desde hacía meses atrás estaba en manos del Estado, significó un golpe más a la credibilidad del grupo insurgente.

Luego vino lo el marzo negro para las Farc. El 1 de este mes, en un bombardeo de tropas colombianas a un campamento del grupo guerrillero en territorio ecuatoriano, cayó el segundo del secretariado: Raúl Reyes. No había pasado una semana, mientras el país asistía al diferendo diplomático derivado de la violación a la soberanía del país vecino, cuando se conoció la noticia de que Manuel de Jesús Muñoz, conocido con el alias de Iván Ríos e integrante del Secretariado, había sido traicionado por su jefe de seguridad, alias Rojas. Por una recompensa ofrecida por el gobierno, Rojas asesinó al más joven de los integrantes de la cúpula guerrillera.

El 26 del mismo mes se produjo el deceso de Manuel Marulanda Vélez, el líder guerrillero más importante para las Farc. Si bien no fue un golpe de las autoridades, fueron éstas las que hicieron el anuncio y con ello se anotaron el golpe.

A este hecho se sumó la entrega de Nelly Ávila Moreno, alias Karina, la comandante del frente 47 de las Farc y única mujer integrante del Estado Mayor Central de esa organización. Con ella el Estado Mayor perdió ocho de sus 31 integrantes. En el imaginario del grupo guerrillero, se había urdido la imagen mítica de que Karina era una mujer inquebrantable. Sin embargo, en declaraciones a la prensa dijo que había preferido seguir el consejo de su compañero ‘Rojas’, quien le había sugerido que se entregara a cambio de los beneficios de la desmovilización, porque el frente al cual pertenecía estaba totalmente liquidado y las Farc no tenían futuro.

Qué dicen los analistas

“Las Farc tienen que replantearse toda su actuación. Tienen que hacer un alto en el camino, porque sin estos secuestrados no pueden presionar al gobierno”, dijo el ex asesor de paz, Carlos Eduardo Jaramillo, ante la noticia del rescate militar a los secuestrados políticos más importantes para la guerrilla. Jaramillo explicó que las Farc tienen que cambiar su estrategia militar y política.

“El hecho de que los secuestrados que quedan en poder de las Farc no sean de relevancia política, puede derivarse en su utilización en la estrategia de guerra. Pero no podrán seguir utilizando el secuestro como arma política”, advirtió el ex asesor de paz.

Sobre la operación militar dijo que de ser como la describió el Ministerio de Defensa, había un evidente resquebrajamiento del grupo guerrillero. “Si los soldados lograron infiltrar a los captores de los secuestrados y la operación fue tan impecable, hay que quitarse el sombrero. Eso fue de una pulcritud que sólo se ve en las tropas israelíes. Las Farc tienen que barajar las cartas. Tal vez dentro del grupo guerrillero continúe la expurgación que comenzó desde que murió Ríos y hayan algunas muertes entre ellos mismos”, argumentó Jaramillo.

Sin embargo, el ex asesor de paz advirtió que para que el país encontrara la paz había que esperar mucho tiempo. Para Jaramillo, las Farc van a tratar de sobreponerse separando lo que significa el golpe para sus metas militares, de lo que significa para sus intereses políticos.

Carlos Lozano, director del semanario comunista Voz y analista político, en entrevista con Semana.com calificó el rescate como “un golpe audaz. Más que de fuerza militar fue un golpe de inteligencia. Nos tiene felices a todos porque no hubo muertos, aunque esta no ha sido la actuación más recurrente del Ejército”, dijo.

“Este es un duro golpe, que repercute en la desmoralización de la guerrilla, pero no es el fin del fin. Ojalá les sirva para que analicen que la confrontación bélica no es la salida y dejen en libertad a los demás secuestrados y se decidan por una salida política”, añadió Lozano.

Lozano enfatizó en la necesidad de no abandonar el intercambio humanitario, para liberar a los que quedan, y la salida negociada para salir del conflicto. Sin embargo, dijo que pese a que las Farc han recibido reveses de gran calado, todavía no estaban derrotadas.
La emoción que ha causado en todos los colombianos el rescate de los secuestrados, y las sensatas palabras de Betancourt que llamaron a la paz, pueden servir de detonante para que los miembros del secretariado de las Farc, hoy universitarios en su mayoría, comprendan que su lucha armada es estéril.

Pero si nada los conmueve, como ya hemos visto tantas veces, puede que al hacer un análisis realista de su situación consideren que quizás su única salida es una propuesta generosa de paz. Y la única manera como los colombianos consideremos siquiera realizar una negociación de paz con las Farc sea si liberan inmediatamente a los demás rehenes políticos y militares en sus manos.

Si persisten en su guerra, en cambio, lo más probable es que muy pronto, el país sólo vuelva a hablar de las Farc cuando muera otro de sus jefes o cuando lancen algún cilindro en un pueblo, y el mundo, simplemente los olvide.

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