lunes, 3 de noviembre de 2008

La 'L', el nuevo Cartucho de Bogotá, es la zona donde se vende y consume más droga en la ciudad

Octubre 10 de 2008
La 'L', el nuevo Cartucho de Bogotá, es la zona donde se vende y consume más droga en la ciudad

Ese sector de tres cuadras en el centro de Bogotá, también conocido como el Horno, creció desde mediados de los años 80, pero se consolidó en el 2002, tras la construcción del parque Tercer Milenio.


"La 'L' es un espacio de alto deterioro urbano donde existen construcciones anteriores a los años 50 que han sido adecuadas para que funcionen inquilinatos y hoteluchos que sirven de escenarios para el expendio de drogas. Se puede catalogar como el mayor foco de tráfico de sustancias psicoactivas del Distrito", aseguró Javier Molina, un ex habitante de la calle, que ahora trabaja con la Secretaría de Integración Social en la rehabilitación de indigentes.

La zona está controlada por cinco poderosas 'ollas' que, más que lugares, son bandas organizadas para la venta y distribución de alucinógenos.

Estos sitios cuentan con jerarquía propia: un jefe, un administrador y grupos de empaque, venta y seguridad, que pueden llegar a emplear hasta 30 personas.

Los inquilinos de la 'L'

Quienes están a cargo del negocio del bazuco representan una minoría del total de los residentes de la zona, que son, principalmente, habitantes de la calle.

Carlos Garzón, subdirector para la Adultez de la Secretaría de Integración Social y ex alcalde de la localidad de Los Mártires, dijo que en las calles de la 'L' puede habitar un promedio de 1.200 personas, que se suman a las 900 que duermen diariamente en las residencias.

Esta población hace de esta calle en forma de L la tierra por excelencia del tráfico de bazuco en Bogotá.

Bazuco de marca

Cada banda tiene su propia marca de bazuco, identificada con un nombre y unas características particulares.

"El consumidor sabe cuál es la mejor por el efecto que produce", explicó Álex Buitrago*, quien vivió ocho años sumergido en la 'L' y perdió su oreja derecha en un ajuste de cuentas.

Las marcas más 'cachetosas' y de mayor distribución son Escalera, Paloma, Alacrán, América, Manguera y Homero.

Esta última es la más famosa y de mejor calidad. Se reconoce por la imagen del conocido personaje de la serie Los Simpsons plasmada en el empaque plástico.

La rivalidad entre las 'ollas' y la lucha constante por el territorio y por la clientela son las principales causas de la violencia que se vive dentro de la 'L'.

"Desgraciadamente, el ajuste de cuentas se hace con la vida, que es la que media todo en la zona", enfatizó Molina.

Y es que en la tierra del bazuco no solo se distribuye droga: allí también funcionan compraventas de armas y se consigue ropa, celulares, cámaras, bicicletas y hasta tenis usados.

"Allá puedes ir y vender un arma. Se consiguen revólveres, escopetas, balas, munición y granadas", confesó, entre risas, Francisco Gutiérrez*, un joven que duró varios años en la indigencia y vivió siete en el sector de la 'L'.

En mayo, en un allanamiento que realizó la Policía, en dos casas se encontraron dos revólveres, 132 armas blancas, 276 papeletas de bazuco y hasta uniformes del Ejército.

Así es la vida en la zona de la 'L'

Eduardo López* no supera los 30 años de edad y, sin embargo, es una de las personas que mejor conocen el sector de la 'L'.

A mediados de 2006 entró a vivir de lleno en la zona, pues empezó a trabajar en una de las 'ollas' que allí funcionan.

Permaneció durante año y medio, hasta que se internó en el
Centro Personal Transitorio para habitantes de la calle, de la Secretaría de Integración Social.

Cansado de la adicción al bazuco y de la violencia, decidió dejar atrás su pasado para dedicarse a la panadería.

"Lo peor de vivir en la 'L' es que tu vida no vale nada. Por controlar territorio o por acaparar clientela las bandas se agarran a bala; los indigentes se atacan con cuchillo por conseguir los mil pesos de la 'bicha'. Mi límite fue cuando casi pierdo la vida por defender mi 'olla', un negocio que no me pertenecía"[*], dijo.

*Nombres cambiados.

NICOLÁS HERNÁNDEZ
ESPECIAL PARA EL TIEMPO

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